IWO JIMA “Una Analogía
Espiritual” |
Esta famosa fotografía fue tomada durante
Con esto en mente, como creyente en el Señor Jesucristo, ¿qué dices al
mundo en cuanto a tu propia vida? Al andar a través del día, ¿muestras al mundo
la bandera de tu Padre Celestial? ¿Muestras
al mundo al Vencedor que mora en ti? ¿Muestras a este mundo triste y moribundo
que la isla de tu corazón fue conquistada por Jesucristo?
¿Qué es la bandera de tu Padre Celestial? Esta bandera no puede ser
vista físicamente, sino es desplegada en el corazón circuncidado de quien ha
sido conquistado por el Dios viviente. “Pero el fundamento de Dios está firme,
teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de
iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Timoteo 2:19). Cuando
esta bandera flamea en tu propio corazón, podrás decir a todo el mundo que este
territorio ha sido conquistado por Jesucristo y que ahora le perteneces a ÉL.
De modo que te pregunto nuevamente: ¿El mundo ve la bandera de tu Padre
Celestial o ve el mundo la misma vieja bandera que enarbola el resto del mundo?
Ellos están aún bajo el imperio pecaminoso de Satanás. ¿Haces flamear la
bandera de tu enemigo en tu caminar diario o haces flamear la bandera del
Padre?
Amado Padre, te ruego
que no nos avergoncemos de desplegar Tu bandera en nuestro diario caminar
Contigo. Te ruego que nos des la fortaleza y la valentía para desplegar esta
bandera, para decir a este oscuro y moribundo mundo, que hay un Libertador
parado en la cabeza de playa esperando invadir y conquistar sus propias vidas.
Padre, ayúdame a mostrar al mundo que el territorio de mi corazón ha sido
vencido y conquistado por el Señor Jesucristo. En el Nombre de Tu Hijo. Amén.
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no
sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a
Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1
Corintios 6:19-20). “Porque ninguno de nosotros vive para sí, y
ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos,
para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor
somos” (Romanos 14:7-8). “Para que seáis irreprensibles y sencillos,
hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio
de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos a la palabra de
vida” (Filipenses 2:15-16). |