LEGALISMO Lo que Es y lo que No Es |
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LEGALISMO
LO QUE ES
El término “legalismo” o “legalista” no se encuentra en la
Biblia, pero el serio error del legalismo es tratado, especialmente por el
Apóstol Pablo, quien se gloriaba siempre y sin cesar en la cruz y que era un
paladín de la gracia de Dios (Gálatas 6:14; 1:6). Quizás la mejor manera de ver
lo que Pablo tenía que decir sobre cómo la carne hace un mal uso de la ley, es
leyendo con cuidado la epístola a los Gálatas.
Legalismo y
Justificación
Es un nocivo error del legalismo enseñar que la
justificación o salvación se obtiene por las obras de la ley. Los legalistas de
Judea lo decían de la siguiente manera, “A menos que sean circuncidados según
el rito de Moisés, no pueden ser salvos” (Hechos 15:1). Pablo confrontó
claramente este error en Gálatas 2:16—“Sabiendo que el hombre no es
justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros
también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y
no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será
justificado.”
La ley nos puede mostrar lo injustos que somos (Romanos
3:20b) y así nos muestra nuestra necesidad de justificación, pero la ley nunca
puede justificar: “Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será
justificado delante de ÉL” (Romanos 3:20). “Pues si por la ley fuese la
justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:21).
Legalismo y
Santificación
La ley no puede justificar y tampoco puede santificar. La
ley nos puede mostrar que somos impíos, pero no puede hacernos santos. La clave
para vivir la vida cristiana no se encuentra en el Monte Sinaí, sino en el
Monte Calvario (Romanos 6; Gálatas 2:20).
Pablo argumentaba fervorosamente que la vida cristiana
tenía que continuar en base a la fe, no en una base legal: “Esto solo quiero
saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el
oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a
acabar por la carne?” (Gálatas 3:2-3). ¡La vida cristiana debe continuar tal
como comenzó! “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo,
andad en ÉL” (Colosenses 2:6).
La santidad no viene por tratar de guardar la ley en la
energía de la carne. C.H. Mackintosh definió la legalidad como “la carne
tratando de cumplir los preceptos de Dios.”
¿Cuán exitosa es la carne? “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no
mora el bien, porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Romanos
7:18 y ver el versículo 24).
El Creyente y
Hay que tener en mente dos factores claves. Primero, el creyente no está bajo la ley
(Romanos 6:14). De hecho, el creyente ha muerto a la ley para que pueda vivir
para Dios (Gálatas 2:19; y ver Romanos 7:1-6). No está bajo el régimen de la
ley, sino está bajo el régimen de la nueva criatura (Gálatas 6:15).
Segundo, el
creyente no está sin ley (Romanos 6:1-2). Hemos muerto a la ley para poder
ser unidos a Cristo y por medio de esta relación llevamos fruto para Dios
(Romanos 7:4). La vida del verdadero creyente debería manifestar fruto y no
libertinaje.
Los legalistas que
tratan de ponerse bajo la ley, no guardan la ley (Gálatas 6:13; hechos 15:10),
pero aquellos creyentes que andan en el Espíritu guardan la ley por vía del
fruto del Espíritu: “Para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros,
que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:4 y
comparar con Gálatas 5:22-23).
Ver nuestro estudio titulado, ¿Cuál
es la Regla de Vida del Creyente?
LEGALISMO
LO QUE NO ES
Obedecer
mandamientos específicos de Dios, no es legalismo. “Y en esto sabemos que nosotros
le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: yo le conozco, y no
guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1
Juan 2:3-4).
Vivir
una vida santa, apartada para el servicio del Señor, no es legalismo. “Pues la voluntad del Señor es
vuestra santificación; que os apartéis de fornicación…pues no nos ha llamado
Dios a inmundicia, sino a santificación” (1 Tesalonicenses 4:3, 7).
Vivir
una vida apartada para Cristo y separada de las modas y usanzas del mundo, no
es legalismo. “No
os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta” (Romanos 12:2).
Conformar
la vida para estar en armonía con ciertas normas decididas por líderes guiados
por el Espíritu en una asamblea local de creyentes, no es legalismo. “Que os abstengáis de lo
sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales
cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien” (Hechos 15:29).
Renunciar
a mis derechos personales por causa de mi hermano, no es legalismo. “Bueno es no comer carne, ni
beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite”
(Romanos 14:21).
En la verdadera separación, los principios bíblicos
son comprendidos y las normas externas son implementadas. En el legalismo, los principios bíblicos
son ignorados y las normas externas son exaltadas. En el libertinaje, los principios bíblicos son olvidados y las normas
exteriores son despreciadas. La tercera descripción es hacia donde parece
dirigirse la mayoría de las iglesias de hoy. Lo
anterior es una paráfrasis de una declaración hecha por Douglas R. McLachlan
en el libro “Reclaiming Authentic
Fundamentalism.” |
Para estudios complementarios ver:
1) La Vida Cristiana y Como Ha de Vivirse.
2) ¿Cuál es la Regla de Vida del Creyente?
3) Guiándome por
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