La Gloria de Dios y el Evangelismo

 

“Al Rey de los siglos…sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Timoteo 1:17)

 

La Prioridad de Dios

 

 

“Yo Jehová; este es mi Nombre; y a otro no daré MI GLORIA, ni MI ALABANZA a esculturas…Den GLORIA a Jehová, y anuncien SUS LOORES en las costas (Isaías 42:8,12).

 

“Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, MÍO eres tú…todos los llamados de MI NOMBRE; para GLORIA MÍA los he creado, los formé y los hice” (Isaías 43:1, 7).

 

“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y MI siervo que yo escogí, para que ME conozcáis y creáis, y entendáis que Yo mismo SOY; antes de MÍ no fue formado dios, ni lo será después de MÍ. Yo, yo Jehová, y fuera de MÍ no hay quien salve. Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois MIS testigos, dice Jehová, QUE YO SOY DIOS” (Isaías 43:10-12).

 

“Este pueblo he creado PARA MÍ; MIS ALABANZAS publicará” (Isaías 43:21).

 

“POR MÍ, POR AMOR DE MÍ MISMO lo haré, para que no sea amancillado MI NOMBRE, y MI HONRA no la daré a otro” (Isaías 48:11).

 

 

Debemos estar interesados en lo que a Dios más le interesa. Nada hay más importante que entender lo que es más importante para Dios. La prioridad de Dios debe ser nuestra prioridad. Debemos entender qué es lo más importante para Dios.

 

¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es el propósito de mi existencia? ¿Por qué desperté esta mañana para enfrentar otro día? ¿Por qué me salvó Dios? Cuando ÉL me salvó, ¿por qué no me llevó al cielo inmediatamente para estar con ÉL? ¿Por qué me dejó Dios aquí en la tierra por un tiempo? ¿Con qué propósito me creó Dios y con qué propósito me salvó? “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y POR TU VOLUNTAD existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:11).

 

 

Consideremos las tres preguntas más fundamentales de la vida. Abarcan el origen del hombre, el propósito del hombre y el destino del hombre:

 

Pregunta #1: ¿De dónde vine?

 

-- La cuestión del ORIGEN DEL HOMBRE

 

RESPUESTA A LA PREGUNTA #1: El Dios viviente me creó.

 

REFERENCIA DE LAS ESCRITURAS: “Porque en ÉL (el hijo eterno de Dios) fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de ÉL y para ÉL” (Colosenses 1:16).

 

 

Pregunta #2: ¿Por qué estoy aquí?

 

-- La cuestión del PROPÓSITO DEL HOMBRE

 

RESPUESTA A LA PREGUNTA #2: estoy aquí para glorificar a Dios.

 

REFERENCIA DE LAS ESCRITURAS: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31).

 

Pregunta #3: ¿A dónde voy?

 

-- La cuestión del DESTINO DEL HOMBRE

 

RESPUESTA A LA PREGUNTA 3#: Iré a la presencia del Dios viviente, mi Juez, y daré cuentas a ÉL

 

REFERENCIA DE LAS ESCRITURAS: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre…. De manera que cada uno dará a Dios cuenta de sí” (Filipenses 2:9-11; Romanos 14:12).

 

 

En este artículo estaremos preocupados principalmente con la segunda de estas preguntas, ¿POR QUÉ ESTOY AQUÍ? ¿Cuál es mi propósito para estar en esta tierra? ¿Qué es lo que mi Dios quiere que yo haga?

 

Hace algún tiempo estuve escuchando el ministerio de un evangelista, un predicador del evangelio. Yo tenía gran respeto por este hombre y el Señor ha usado su ministerio para traer cantidades de personas al Salvador. Una noche, desde el púlpito, este querido hermano hizo la siguiente afirmación: “La razón por la cual Dios nos ha dejado en la tierra después de salvarnos es para que ganemos almas”.

 

Esta declaración, aunque expresada por un sincero siervo del Señor, es equivocada. Si hubiera dicho, “Una de las razones por la cual Dios nos ha dejado en la tierra después de salvarnos, es para que ganemos almas” entonces no haría habido problema. Pero eso no es lo que dijo. El dijo, “La razón por la cual Dios nos dejó aquí es para que ganemos almas”. Esto implica que la razón número uno por la cual estamos aquí es con el propósito de ganar almas, y que el ganar almas es lo que a Dios interesa más que cualquier otra cosa. ¿Es esto verdaderamente cierto?

 

Estamos ciertamente de acuerdo que la salvación de los perdidos es de suma importancia para nuestro bendito Señor, cuya sangre fue derramada para redimir a pecadores perdidos. En la Gran Comisión se nos manda a predicar el Evangelio a toda criatura y hacer discípulos a todas las naciones. La salvación de los perdidos está muy arriba en la lista de las prioridades de Dios, porque ÉL es un Dios que quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4). El Señor Jesús está muy interesado en la salvación de los perdidos, porque ÉL Mismo dijo, “Vine a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). El Salvador de los pecadores está más interesado en la salvación de almas de lo que nosotros jamás lo estaremos. Que Dios nos ayude a participar de SU COMPASIÓN por las ovejas dispersas, que no tienen Pastor (Mateo 9:36). ¡Quiera el Señor de la mies enviar obreros a Su mies (Mateo 9:38)!

 

Por muy importante que sea el ganar almas, esa no es la razón número uno por la cual Dios nos ha salvado y nos ha permitido permanecer en la tierra. Fundamental y principalmente hay una sola razón por la cual estamos aquí y esa razón es GLORIFICAR al Dios que nos salvó: “para ANUNCIAR LAS VIRTUDES DE AQUEL que os llamó de las tinieblas a Su luz admirable” (1 Pedro 2:9). Una de las maneras en que yo puedo glorificar a mi Dios y a mi Salvador es permitiéndole que me use como conducto para alcanzar a hombres y mujeres perdidos con el glorioso Evangelio de un Salvador crucificado y resucitado.

 

“Todos los llamados de MI NOMBRE; para GLORIA MÍA los he creado, los formé y los hice” (Isaías 43:7). Al considerar este versículo, hagamos una pausa y meditemos con reverencia las sobrecogedoras implicaciones de esta declaración. El primer y principal propósito de la creación y de todo lo que Dios hace es Su gloria –la manifestación y demostración de QUIÉN ÉL ES. ¿Nos atreveremos a hacer nuestra primera prioridad alguna otra cosa? La razón por la cual estamos aquí es para la gloria de Dios. Debemos estar más interesados en la gloria de Dios que en cualquier otra cosa. “Este pueblo he creado PARA MÍ; MIS ALABANZAS publicará” (Isaías 43:21).

 

Fijar nuestra mirada sobre alguna cosa menor que la gloria de Dios solo puede resultar en un desastre: “Porque de Él (ÉL es la FUENTE), y por ÉL (ÉL es el CANAL), y para ÉL (ÉL es la META), son TODAS LAS COSAS. A ÉL sea la GLORIA por los siglos. Amén” (Romanos 11:36). Si no logramos entender esto, nos estará faltando la pieza más importante del rompecabezas. Todo el rompecabezas del programa y propósito de Dios se ajusta solamente cuando la pieza que representa la gloria de Dios es colocado en la correcta posición de preeminencia. Elevar algo o alguien al lugar sagrado que está reservado sólo para la gloria de Dios, está estrictamente prohibido por el Señor Mismo: “”A otro no daré mi gloria” (Isaías 42:8 y ver Isaías 48:11).

 

¿Qué es lo que más interesaba al Señor Jesús? ¿Qué es lo que le preocupaba al Señor Jesús más que cualquier otra cosa? ¿Qué es lo que deseaba más que cualquier otra cosa el Señor Jesús? En Juan 17:1 el Señor Jesús dijo, “Padre, la hora ha llegado”. ÉL estaba hablando de la hora en que la ira de Dios sería derramada sobre Él Mismo en la cruz. Sería al día siguiente que ÉL iría a la cruz para morir en lugar de pecadores y que proveería salvación para hombres perdidos. ¿Por qué fue Cristo a la cruz? Obviamente, ÉL fue a la cruz para salvar a hombres pecadores. Así lo dice la Biblia (1 Timoteo 1:15). Pero esa no es la razón número uno por la cual Cristo fue a la cruz.

 

La principal razón por la cual ÉL murió en la cruz fue para GLORIFICAR A DIOS: “Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti” (Juan 17:1). El Señor Jesús estaba más preocupado por la gloria de Dios, que por cualquier otra cosa. Una de las principales razones por la cual Cristo murió en la cruz fue para la salvación de los perdidos, pero la razón fundamental fue glorificar a Su Padre.

 

¿Cuál es la primera prioridad de Dios? ¿Es la salvación de almas o la gloria de Dios? Debe tomarse una decisión y la decisión determinará la teología que uno adopte. Para el teólogo del pacto, el principal objetivo de Dios es la redención de los hombres. El dispensacionalista ve un propósito superior -- LA GLORIA DE DIOS. En cuanto a ésto, Charles Ryrie dice:

 

Ningún dispensacionalista desestima la importancia del propósito salvador de Dios en el mundo. Pero que éste sea el propósito total de Dios, o aun Su propósito principal, es asunto debatible. El dispensacionalista ve un propósito más amplio en el programa de Dios para el mundo que la salvación, y ese propósito es Su propia gloria. Para el dispensacionalista la gloria de Dios es el principio gobernante y abarcador, y el programa soteriológico es uno de los medios principales empleados en la realización de la más grande demostración de su propia gloria… el principio unificador de la teología del pacto es, en la práctica, soteriológico. El principio unificador de la normativa dispensacionalista es doxológico, o la gloria de Dios (Charles Ryrie, Dispensacionalismo Hoy, p.94-95).

 

El teólogo del pacto, en la práctica, cree que este propósito (el propósito fundamental de Dios en el mundo) es la salvación (aunque los teólogos del pacto enfatizan mucho la gloria de Dios en su teología), y el dispensacionalista dice que el propósito es más amplio aun, a saber, la gloria de Dios. Para el dispensacionalista el programa soteriológico o salvífico de Dios no es el único programa, sino uno de los medios que Dios usa en su plan total para glorificarse a Sí mismo. Las Escrituras no están centradas en el hombre, como si la salvación fuese su tema principal, sino que están centradas en Dios, porque Su gloria es el tema central. La Biblia misma enseña claramente que la salvación, importante y maravillosa como ésta es, no es un fin en sí misma, sino que más bien es un medio para el fin de glorificar a Dios (Ef.1:6;12,14) (Charles Ryrie, Dispensacionalismo Hoy, p.44-45).

 

 

El apóstol Pablo estaba de acuerdo en que la redención del hombre estaba subordinada a un propósito mayor, es decir, la gloria de Dios:

 

(Ef.1:6) “Para la alabanza de la GLORIA de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado”.

 

(Ef.1:12) “A fin de que seamos para alabanza de Su GLORIA, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo”.

 

(Ef. 1:14) “Que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de Su GLORIA”.

 

(Ef.3:21) “A ÉL sea la GLORIA en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

La gloria de Dios es la manifestación y demostración de QUIÉN ES DIOS. El Dios viviente se está dando a conocer a Sí Mismo. Este es Su gran propósito y éste es Su gran programa. Aun las almas perdidas en el lago de fuego eterno darán gloria a su Creador. No todos serán salvos, la mayoría serán castigados eternamente en el infierno, pero todos glorificarán a Dios.

 

El Pastor Carlton Helgerson, en su estudio The Challenge of a New Religión, (p.9-10) hizo esta importante observación en cuanto a uno de los peligros que enfrenta el evangelicalismo:

 

El neo-evangelicalismo pretende estar muy preocupado de propagar el evangelio. Asegura que el propósito principal de Dios es la salvación del hombre. Esto es un error… Esta premisa no es sólo un error, es un hábil engaño, porque pone la soteriología por encima de todo. Hace al hombre, no a Dios, el centro de su teología. Cada estudiante de la Biblia debería saber que el propósito principal en todo lo que Dios hace…es Su gloria. El elemento humanístico que pone la salvación del hombre por encima de la gloria de Dios, va en contra de lo que Dios ha revelado. La salvación de almas no es más que una de las maneras en que Dios es glorificado. Debemos poner Su gloria en primer lugar. Todo motivo menor, incluso alcanzar a los perdidos, deshonra al Autor de la Palabra escrita.

 

Si nuestra preocupación principal es la salvación de los perdidos, todo nuestro planteamiento estará centrado en el hombre. Si nuestra preocupación principal es la gloria de Dios, entonces toda nuestra perspectiva y énfasis estarán centrados en Dios. Dejar de ver que la gloria de Dios es el principal propósito ha llevado al menos a dos serios errores en nuestros días.

 

El primero de estos errores se encuentra en el campo del nuevo evangelicalismo. Uno de los grandes errores de los grupos neo-evangelicales es que enfatizan por sobre todo la doctrina de la salvación:

 

Sin duda, tanto en la declaración de la fe como en la práctica, la doctrina más acentuada por el neo evangelicalismo es la doctrina de la salvación. Esta doctrina, con sus aspectos individuales y sociales, parece ser al neo-evangélico lo que el corazón es al cuerpo humano. Es el centro vibrante, palpitante y vivificante del movimiento. La soteriología es la doctrina a la cual todas las demás se subordinan (Robert Lightner, The New Evangelicalism, p.89).

De modo que encontramos las siguientes actitudes:

 

“Tenemos que ganar almas a toda costa” (aun a costa de desobedecer a Cristo).

 

“Lo único importante es que almas sean salvadas”.

 

“Usaremos la música mundana como medio para evangelizar”.

 

“Nuestros testigos serán jugadores de fútbol, cantantes de clubes nocturnos, personalidades de la política y otras celebridades famosas, en tanto que profesen a Cristo, aunque no vivan vidas piadosas”.

 

“Trabajaremos mano a mano con todas las denominaciones, con grupos carismáticos y con los católico - romanos”.

 

“Celebraremos grandes y costosas conferencias ecuménicas y congresos para que el mundo se impresione de nuestra unidad y para determinar cuál es realmente la tarea de la iglesia”.

 

“Para ganar al mundo para Cristo, nos olvidaremos de nuestras diferencias doctrinales y enfatizaremos el amor y la unidad. Para ganar el mundo para Cristo, sepultaremos nuestras diferencias y proclamaremos el núcleo esencial del Evangelio de una manera positiva”.

 

 

Antes de juzgar en demasía el nuevo evangelicalismo, consideremos el segundo grave error que se encuentra dentro del campo del fundamentalismo. Dentro del fundamentalismo encontramos el mismo error –el error de elevar la salvación de almas por sobre todo lo demás. Hay muchas iglesias fundamentalistas hoy que son casi total y exclusivamente evangelísticas. Desde el púlpito fluye una continua corriente de mensajes de salvación destinados a los no salvos. Las ovejas no son alimentadas y los santos no son equipados. El resultado es que hay miles de “cristianos Juan 3:16”, que conocen el camino de salvación, pero que son horriblemente ignorantes en cuanto a todo el consejo de Dios. La verdad de Juan 3:16 es maravillosa y admirable, pero Dios nos ha dado los 66 libros de la Biblia para que podamos aprender a glorificarlo día tras día.

 

Las Iglesias tienen que funcionar primeramente como centros de edificación y no primeramente como centros evangelísticos (1 Co.14; Efesios 4:11-16). Nos alegramos sobre toda alma perdida que asiste a un culto en la iglesia, que escucha el evangelio y que llega a conocer a Cristo. Sin embargo, el énfasis en el Nuevo Testamento no es que llevemos a los no salvos al Evangelio, sino que llevemos el Evangelio a los no salvos. Marcos 16:15 no dice, “Id por todo el mundo e invitad a la gente a la iglesia”. La Escritura enseña, sin embargo, que si una persona no salva viene a una iglesia local que está funcionando como un centro de edificación, caerá sobre su rostro y adorará a Dios y se dará cuenta de que DIOS ESTÁ EN ESTE LUGAR (ver 1 Co.14:24-25). El espíritu del Cristianismo del Nuevo Testamento es que cada creyente esté equipado para la obra del ministerio (Efesios 4:12). Estos cristianos, bien alimentados y espiritualmente robustos, manifestarán la VIDA DE DIOS (2 Co.4:10-11), con el resultado primario de que Dios será glorificado (Juan 15:8) y con el resultado secundario de que almas serán salvas.

 

Considere algunas de las famosas iglesias que ganan almas de nuestro día. Tienen el mismo problema. Han hecho de la salvación de los perdidos su primera y principal meta. Para alcanzar esta meta harán casi cualquier cosa. Muchas de estas iglesias se han tornado a usar artimañas vergonzosas y degradantes—ofreciendo pollo asado, hamburguesas gratis y la oportunidad para que todos los niños y las niñas lancen globos de agua a la esposa del pastor. “Haremos cualquier cosa por causa de las almas. Haremos cualquier cosa para que la gente venga a la iglesia y tenga la oportunidad de ser salva. Todo lo que las haga pasar por la puerta es aceptable”.

 

Una suerte de ambiente carnavalesco ha invadido a algunas iglesias hoy día. Es el tiempo del “regalar”. “Utilice nuestro bus de la Escuela Dominical. Si lo hace, quizás tenga la suerte de encontrar bajo su asiento un billete de $5.00…” Es enfermante ver los excesos a los que han llegado algunos en su afán de aumentar sus registros. Apela a la carne y degrada el Evangelio. El santo y supremo mensaje de la cruz ha sido arrastrado al polvo ante la vista del público… La iglesia se Jesucristo no debería ser transformada en un circo. La iglesia que está predicando la Palabra de Dios en el poder del Espíritu podrá atraer a los pecadores y verá que muchos de ellos serán salvos sin acudir a métodos chabacanos y ordinarios.

 

El problema es muy simple. Hemos perdido la visión de Dios. Hemos quitado los ojos de Dios, quien es el que añade cada día a SU IGLESIA a los que han de ser salvos. ÉL está edificando SU IGLESIA. ÉL es quien ha de dar el crecimiento. ÉL es el único Dios que puede salvar. Quiera ÉL agradarse de usarnos como Sus instrumentos. ¡Qué privilegio es colaborar con ÉL!

 

Levantar la gloria de Dios por encima de todo lo demás puede ser un gran consuelo para el creyente que trabaja por Cristo aun en los campos misioneros más difíciles.

 

El misionero sabe, por ejemplo, que si va al campo misionero para la gloria de Dios, él será sostenido en la adversidad y que mantendrá su ánimo aunque los resultados visibles puedan ser pocos. Porque él sabe que él está allí como un testigo del Señor y que su ministerio es para la gloria de Dios aun cuando el evangelio sea rechazado. Si esto no fuese así, el misionero no podría mantenerse en su puesto.

 

El apremio de las Epístolas es enseñar a los creyentes que permitan que la vida de Jesús que mora en ellos se manifieste, con lo cual Dios recibe gloria. Esto tiene prioridad. Esta revelación, una vez recibida y sometida a ella, producirá el fruto del Espíritu, con lo cual Dios es glorificado. Dios realizará el milagro de reproducción por medio de estos testigos y para Su gloria (Carlton Helgerson, The Challenge of a New Religion, p.10).

 

El propósito de este estudio no es minimizar la tremenda responsabilidad que tenemos de predicar el evangelio a toda criatura: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Co.9:16). Nuestra carga es simplemente que la GLORIA DE DIOS sea nuestra preocupación dominante. Cuando el pueblo de Dios se aferra al Dios viviente, es seguro que los creyentes no serán negligentes en extender el evangelio y los programas misioneros no sufrirán. Más bien, el olor del conocimiento de Dios se manifestará en todo lugar para gloria y alabanza de Dios (2 Co.2:14-16).

 

 

Para terminar, puede ser de ayuda mencionar algunas de las maneras en que podemos glorificar a nuestro Dios en nuestro diario caminar con ÉL:

 

1. Cuando clamamos e ÉL en tiempos de angustia (Salmo 50:15).

 

2. Cuando somos agradecidos y ofrecemos alabanza a ÉL (Salmo 50:23).

 

3. Cuando exhibimos la luz y la vida de Dios (Mateo 5:16).

 

4. Cuando oramos en debida forma (Juan 14:13).

 

5. Cuando permanecemos en Cristo y llevamos fruto (Juan 15:8).

 

6. Cuando andamos en el Espíritu (Juan 16:13-14).

 

7. Cuando somos de un mismo sentir con otros creyentes (Rom. 15:5-6).

 

8. Cuando mantenemos nuestros cuerpos santos y puros (1 Co.6:20).

 

9. Cuando comemos y bebemos y en todo lo que hacemos (1 Co.10:31).

 

10. Cuando somos llamados a casa para estar con Cristo (Juan 21:19).

 

 

A ÉL SEA GLORIA en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén. (Efesios 3:21)

 

 

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