El Templo Milenial de
Ezequiel 40-48
(Un
Ejercicio de Interpretación Literal)
Dr.
John Whitcomb
(usado con
permiso)
Los que
han descubierto que la clave para
interpretar debidamente la Palabra de Dios es entenderla de una manera
literal/normal, descubrirán también que Ezequiel 40-48 no es un fastidio para
el estudiante de la Biblia, sino una delicia.
Cuanta alegría trae Dios al corazón del creyente cuando se da cuenta, quizás
por primera vez, que Dios no nos dio ninguna porción de Su Palabra para confundirnos,
sino más bien para instruirnos. Dios
realmente quiere decir lo que dice.
Los
últimos nueve capítulos de Ezequiel casi sirven como un desafío para el pueblo
de Dios. En palabras de Charles Lee Feinberg, un gran erudito del Antiguo
Testamento del siglo 20, “junto con otros pasajes clave del Antiguo Testamento,
como Isaías 7:14 y 52:13-53:12 y porciones de Daniel, los capítulos finales de
Ezequiel forman una especie de línea divisoria en el área de la interpretación
bíblica. Es una de las áreas en las cuales la interpretación literal de la
Biblia y el método espiritualizado o alegórico difieren totalmente. Aquí los
amilenaristas y los premilenaristas se sitúan en polos opuestos. Cuando treinta
y nueve capítulos de Ezequiel pueden ser entendidos detallada y seriamente como
también literalmente, no hay a priori una razón válida para entender -esta
extensa sección del libro de una manera completamente diferente” (The Prophecy of Ezequiel [Chicago: Moody
Press, 1967], p.233).
Dios
cumplirá sus promesas a Abraham, Isaac y Jacob. El “pueblo escogido” de Dios
disfrutará algún día de su “tierra prometida”, después que haya experimentado una regeneración nacional (Jeremías 31:31-34; Romanos 11:25-26). No
solo para la Iglesia, sino también para Israel, son irrevocables los dones y el
llamamiento de Dios” (Rom.11:29).
Presentaremos
a continuación siete argumentos a favor y tres argumentos en contra de la
interpretación literal de Ezequiel 40-48.
Argumentos
a Favor de la Interpretación Literal
1. Una
cuidadosa lectura de Ezequiel 40-42 da una clara impresión de un futuro templo
literal en Israel por causa de la gran
cantidad de detalles en cuanto a sus dimensiones, sus partes y sus
contenidos (ver Erich Sauer, Desde la
Eternidad hasta la Eternidad,
capítulo 34). Por cierto, si en las Escrituras se da tanto espacio a una
detallada descripción de este Templo, se puede asumir, sin temor a equivocarse,
que será tan literal como el Tabernáculo
y el Templo de Salomón. El hecho de
que su estructura y sus ceremonias tengan un significado simbólico y espiritual
preciso no puede ser usado como un argumento en contra su existencia literal.
Porque el Tabernáculo era una estructura literal, a pesar del hecho que estaba
lleno de significado simbólico y representativo. Tal razonamiento podría negar
fácilmente la literalidad de la gloriosa Segunda Venida de Cristo basándose en
que aquellos pasajes que describen Su venida están llenos de expresiones
simbólicas (ver Mateo 24 y Apocalipsis 19).
2. A Ezequiel se le dieron instrucciones específicas
de “contar todo lo que ves a la casa
de Israel” (40:4), lo que parece extraño si el Templo sólo simbolizara verdades
generales.
Aún más
significativo es el hecho de que los Israelitas debían “guardar toda su forma y todas sus reglas y ponerlas por obra”
(43:11). Esto es un paralelo exacto al modelo del Tabernáculo que Moisés vio en
el monte, y que Dios le ordenó construir (Éxodo 25:8, 9).
3.
Todos estarán de acuerdo que el
templo de Ezequiel 8-11 fue el templo literal de los días de Ezequiel, si bien
el profeta lo vio “en visiones de Dios” (8:3), mientras él mismo estaba en
Babilonia (8:1). En estos cuatro capítulos encontramos mencionada “la puerta de la entrada de adentro” (8:3),
“el atrio” (8:16), “el altar” (8:16), “el umbral de la casa” (9:3), “la entrada
de la puerta oriental de la casa de Jehová” (10:19). En lugar del templo
literal, en los capítulos 40-42 encontramos la descripción de un templo
imaginario en términos similares o idénticos: “en visiones de Dios” (40:2; cf.8:3), “la entrada de la puerta de adentro” (40:27; cf.8:3), “la entrada del templo” (40:48; cf.8:16),
“el altar” (43:18; cf.8:16), y “la puerta que daba al oriente” (43:4;
cf.10:19), por la cual se ve entrar la gloria del Dios de Israel, exactamente
tal como había partido, de acuerdo a 10:19 y 11:23. Ahora, si el templo
milenial no ha de ser una realidad, ¿por qué insistir en que el regreso del
Dios de Israel ha de ser una realidad?
4.
Ezequiel no es el único profeta
que vio un futuro Templo glorioso para
el pueblo escogido de Dios, Israel, completo, con sacrificios de animales en la Tierra Santa:
a) Profecías de un Templo Milenial:
Joel
3:18
Isaías
2:3
Isaías
60:13
Daniel
9:24
Hageo
2:7,9
b) Profecías
sobre sacrificios de animales en el futuro Templo:
Isaías
56:6,7
Isaías
60:7
Jeremías
33:18
Zacarías
14:16-21
5.
Dios ha prometido decididamente al linaje de Sadoc un sacerdocio
perpetuo (1 Samuel 2:35; 1 Reyes 2:27, 35).
Esto confirma la promesa de Dios de un sacerdocio perpetuo al el
antepasado de Sadoc, Finees (Números
25:13), lo cual también confirma Su promesa de un sacerdocio perpetuo al abuelo
de Finees, Aarón (Éxodo 29:9,
40:15). Ver 1 Crónicas 6:3-8, 50-53 para la genealogía completa. Además, esta
promesa de un sacerdocio perpetuo fue confirmado enfáticamente por Dios por
medio de Jeremías 33:17-22, que enlaza la perpetuidad del
sacerdocio Levítico con la perpetuidad del Reino Davídico y la perpetuidad de
la rotación de la tierra sobre su eje. En vista de estas promesas de Dios,
confirmadas una y otra vez, es muy significativo que el Templo Milenial de
Ezequiel tendrá a los hijos de Sadoc
como sus sacerdotes (40:46; 44:15). Aparentemente, Dios quiere decir lo que
dice. La probabilidad de que esto se cumpla literalmente es tremendamente
fortalecida por la mención de 12.000
levitas que serán sellados por Dios durante la aún futura semana setenta de
Daniel (Apocalipsis 7:7). Si estos son levitas literales, sería difícil ser
consistente mantener que el templo es espiritual o figurado. Y si las promesas
de Dios a Aarón, Finees y Sadoc son espiritualizadas, ¿cómo podemos insistir en
que Sus promesas a David se cumplirán literalmente (2 Sam. 7:13:16)?
6.
La Biblia enseña claramente que
mientras que no hay tal cosa como un Templo terrenal, un altar, o sacrificios
de animales en el cristianismo verdadero (Juan 4:21; Hebreos 7:10), habrá tales
provisiones para Israel después del rapto de la Iglesia (Mateo 24; 2
Tesalonicenses 2:4; Apocalipsis 11:1,2. Comparar también Oseas 3:4,5 con Daniel
9:24, 27). Además, Apocalipsis 20:9 indica que Jerusalén, la “ciudad amada” será nuevamente el “campamento de los santos” durante la
edad del milenio. El Nuevo Testamento enseña claramente que después del rapto
habrá un “lugar santo” y un “templo de Dios” completo con “el altar” en Jerusalén (Ap. 11:1) lo cual nos hace anticipar un
Templo Milenial en conexión con la “santa ciudad” Jerusalén, lo cual armoniza
con las enseñanzas del Antiguo Testamento.
7. La
única alternativa real a la interpretación literal es el modernismo incrédulo que no vacila en decir que este Templo no es
más que un invento de la imaginación de Ezequiel, y un idealismo caprichoso, usualmente amilenarista, que dice que este
Templo describe ciertas realidades de la iglesia, que se cumplirán en nuestro
tiempo o en el estado eterno (ver por ej., Beasley-Murray en Ezequiel en New Bible Commentary: revised 1970,
p.684). Andrew W.
Blackwood, Jr. en Ezequiel, Prophecy of
Hope (Baker Book House, 1965), ¡cree que la importancia del altar en el
templo de Ezequiel señala hacia la importancia de la mesa de comunión en la
Iglesia Cristiana! En vista de ésto, el Dr. Blackwood se siente confundido de
que “en muchas de las hermosas iglesias protestantes que se construyen hoy, la
Mesa de la Santa Comunión está arrimada contra la pared, a la mayor distancia
posible de la congregación, como era la costumbre en las iglesias católicas de
la Edad Media. Pero hoy en día, en las nuevas bellas iglesias católicas romanas
que se están construyendo, la mesa sacramental ha sido separada de la pared; de
modo que la congregación pueda, en tanto sea físicamente posible, rodear la
mesa. Ezequiel nos está diciendo ciertamente que la arquitectura de la iglesia
debería ser una expresión de la teología” (p.240).
Esta clase de interpretación está tan extendida, que hasta
algunos dispensacionalistas prominentes han sido influenciados por ella. El Dr.
J. Sidlow Baxter, por ejemplo, nos dice que “el significado primordial de los
impresionantes símbolos es claro… Las varias dimensiones cúbicas simbolizan su perfección divina. En la descripción
del ritual de los sacrificios vemos la absoluta
pureza de la adoración final” (Explore
the Book IV,34, Academia Books, Grand Rapids, 1966). Dejaremos que el
lector decida, después de estudiar nuevamente Ezequiel 40-48, si estos son los
“claros” significados de estos “símbolos”. Estamos también muy decepcionados de
ver que hasta el Dr. Harry Ironside, cuyo discernimiento profético es
usualmente muy claro, cae en la misma tendencia espiritualizadora. Nótese cómo
también él trata de espiritualizar el río del Templo de Ezequiel 47: “El guía
de Ezequiel midió mil codos, es decir, mil quinientos pies, e hizo entrar al
profeta a las aguas que llegaron hasta sus tobillos. ¿No sugiere esto el
comienzo de una vida de comunión con Dios? ‘Si vivimos por el Espíritu, andemos
también por el Espíritu’ (Gálatas 5:25). Los pies estaban en el agua y las
aguas los cubrían, pero el guía midió otros mil codos e hizo pasar a Ezequiel
por las aguas, y éstas llegaron hasta sus rodillas. ¿Quién pensará que es
fantasioso si decimos que las aguas hasta las rodillas sugieren orar en el
Espíritu Santo? Pero el guía midió otros mil codos e hizo que el profeta
entrara en las aguas y ahora las aguas le llegaban hasta los lomos, sugiriendo
el completo control de todo deseo carnal por el poder del Espíritu de Dios.
Midió otros mil codos y lo que había comenzado como un pequeño arroyo, era un
río, de modo que Ezequiel no podía pasar, porque las aguas habían aumentado
como para nadar. Con seguridad, esto es vivir en la plenitud del Espíritu, a lo
cual debería aspirar todo hijo de Dios” (Ezequiel
the Prophet, pp. 327, 328, Loizeaux Brothers, 1949).
En mi opinión, tal exposición de las Sagradas Escrituras
no es sólo fantasiosa, sino también peligrosa, haciendo que el estudiante se
pregunte si cada expositor no está siendo, después de todo, un guía hacía sí
mismo, el ciego guiando al ciego. Si el comentarista rechaza la interpretación
literal del pasaje y no encuentra apoyo en otras partes de las Escrituras para
una interpretación simbólica o figurada consistente, debería confesar su
ignorancia, dejar el pasaje e ir a otra parte. Durante muchos siglos la Iglesia
ha estado sometida a varias interpretaciones proféticas espiritualizadas en
cuanto a la Segunda Venida de Cristo en el Antiguo y Nuevo Testamento. Es
nuestra oración que Dios levante muchos fieles estudiantes de Su Palabra en
estos últimos días, que escudriñen las Escrituras proféticas con la confianza
de que Dios quiere realmente decir lo que dice.
Objeciones a una Interpretación
Literal de Ezequiel 40-48
Respuesta:
Israel tendrá el único santuario y
sacerdocio del mundo durante el Milenio, de modo que el Templo y los patios
tendrán que ser ampliadas mucho para acomodar el vasto número de adoradores y
sacerdotes que les servirán (Isaías 2:3; 60:14; 61:6; Zacarías 8:20-23). Varias
profecías del Antiguo Testamento hablan de grandes cambios geológicos que
sucederán en Palestina en el tiempo de la Segunda Venida de Cristo, de modo que
no es imposible imaginar un área de 2.500 millas cuadradas para el Templo y
ciudad situada en una tierra renovada y ampliada. Ver Isaías 26:15; 33:17; 54:2
y especialmente Zacarías 14:4-10. El último pasaje nos habla de nuevos valles y
nuevos ríos y que la tierra se volverá como llanura “como el Arabá” que
entonces “se elevará”. Posiblemente, toda la zona del Mar Muerto sea elevada en
más de 1.300 pies, por encima del nivel del mar actual, porque contendrá peces
“según su especie, como los peces del Mar Grande y muy numerosos” (Ezequiel
47:10). Apocalipsis 16:20 nos informa de que al final de la Gran Tribulación
habrá terremotos gigantescos que harán desaparecer islas y montañas. De modo
que ambos Testamentos hablan de cambios geográficos y topográficos que
acompañarán la inauguración del reino milenial. Jerusalén misma será la capital
del mundo, la ciudad amada (Ap.20:9), y su tamaño será sin duda proporcional a
su importancia. Si Nínive, la capital de un antiguo imperio, tenía sesenta
millas de circunferencia (Jonás 3:3; cf. la discusión de Baxter, IV, 170), ¿por
qué sería imposible que la Jerusalén del Milenio tuviera cuarenta?
En cuanto al problema del Templo
Milenial localizado como diez millas al norte de Jerusalén, Dios indicó
específicamente a Ezequiel que el área del Templo ya no estaría adyacente al
palacio real como en los días antiguos (43:7-9). Este punto está claramente
establecido en 43:12—“Esta es la ley de la casa: sobre la cumbre del monte, el
recinto entero, todo en derredor, será santísimo. He aquí que esta es la ley de
la casa”. Grandes cambios topográficos no harán de Palestina menos la Tierra
Prometida para Israel, y un Templo centralizado y ampliado, diez millas fuera
de la ciudad, tampoco será una decepción para los israelitas que han estado
acostumbrados a pensar en términos del Monte Moría. Lo importante es que la
gloria de Jehová llenará el Templo (43:5), y la ciudad será renombrada en base
a que “Jehová está allí” (48:35).
Respuesta:
Aunque esta parezca ser una
formidable objeción a un Templo Milenial literal, varias consideraciones importantes
contribuyen a aminorar la fuerza de esta objeción:
1. El sistema de sacrificios del
milenio descrito por Ezequiel se diferencia profundamente del sistema Aarónico, de modo que no es
simplemente restituir el judaísmo mosaico, como muchos han alegado. Estos
cambios no deben haber pasado desapercibidos a los judíos post-exilio, como
Serubabel y Josué, quienes, viendo el glorioso contexto en el cual Ezequiel
ponía estas nuevas ordenanzas, se darían cuenta de inmediato que la profecía
solo podría cumplirse en la era del reino. Por lo cual no hicieron esfuerzo
alguno para construir un templo así después del exilio. Dwight Pentecost (Eventos del Porvenir) señala que allí no habrá un Arca del Pacto; Tabla de la Ley,
Querubines, Propiciatorio, Velo, Candelabro de Oro o Mesa de los Panes de la
Proposición. En vez de un sumo sacerdote, habrá un príncipe que tendrá algunos
poderes reales y sacerdotales, pero que en realidad no será ni rey ni sumo
sacerdote. Los levitas tendrán menores privilegios en cuanto al templo, excepto
lo hijos de Sadoc que servirán como sacerdotes. Se omite la Fiesta de
Pentecostés como también el gran Día de la Expiación, y en las tardes no hay
sacrificios. Han sido cambiadas las dimensiones del templo y de los atrios y
han sido removidos de la ciudad. En cuanto a la adiciones que serán hechas,
Natanael West (The Thousand Years in Both Testaments, p.429; citado
por Pentecost, Eventos del Porvenir,
p.395) dice; “La entrada de la ‘Gloria’ al templo de Ezequiel para morar allí
para siempre; las Aguas Vivas que fluyen, creciendo desde debajo del Altar; los
alrededores, los maravillosos árboles de sanidad, la nueva distribución de la
tierra de acuerdo con las doce tribus, su porción equitativa en ella, el
reajuste de la tribus mismas, la porción del Príncipe y el nuevo Nombre de la
ciudad, ‘Jehová Sama’, todo prueba que el Nuevo Israel restaurado es un pueblo
convertido, que adora a Dios en ‘Espíritu y en Verdad’.
Los rabinos posteriores que
perdieron el verdadero significado de las profecías del Antiguo Testamento,
estaban profundamente confundidos con las contradicciones entre Moisés y
Ezequiel y tenían la esperanza que Elías explicaría las dificultades cuando
regresara a la tierra. Blackwood (obra citada, p.22) cita otra fuente rabínica en
el sentido de que “toda la profecía habría sido excluida del canon a no ser por
la devota labor del Rabino Hanina ben Hezekiah, un erudito del primer siglo
D.C. que tiene que haber escrito un extenso comentario sobre Ezequiel:
‘Trescientos barriles de aceite fueron provistos para que tuviera luz y estaba
sentado en una aposento alto donde reconcilió todas las discrepancias’ (Talmud babilónico, Manahoth 45a)”. Un
dilema similar confronta a los eruditos cristianos modernos que niegan un
milenio literal. Por ejemplo, el colaborador del Commentary on Ezequiel de Ellicot insiste dos veces que la profecía
no puede cumplirse literalmente “excepto que hubiera cambios físicos en la
tierra”; pero esto es exactamente lo que la Biblia dice que sucederá cuando se
inaugure el milenio. Tales objeciones, por lo tanto, carecen de base.
2. El hecho de que sacrificios de
animales y sacerdocios no tengan lugar en la cristiandad, no significa que no
tendrán lugar en Israel después del rapto de la Iglesia, porque a través de las
Escrituras se hace una clara distinción entre Israel y la Iglesia. Y el hecho
de que Dios habrá finalizado Su obra de santificación en la Iglesia en el
tiempo del Rapto, no autoriza a asumir que ÉL habrá terminado Su obra de
instrucción, prueba y santificación de Israel. De hecho, uno de los propósitos
principales del reinado milenial de Cristo en la tierra, será vindicar a Su
pueblo escogido Israel ante los ojos de todas las naciones (Isaías 60, 61). Es
obvio que el Libro de Hebreos fue escrito a cristianos y no tenemos derecho a insistir en que durante el
Milenio los Israelitas también serán
cristianos, sin sacerdotes, sin
sacrificios y sin un Templo. Santos como Juan el Bautista, quien murió antes de
Pentecostés, no eran cristianos
(Juan 3:29; Mateo 11:11); y los que sean salvos después del rapto de la Iglesia
también serán excluidos de la membresía
de la Esposa de Cristo, aunque
ellos “serán perfeccionados” como todos los redimidos (Hebreos 12:23).
3. Aun en la edad de la gracia,
Dios estima que es necesario que los cristianos recuerden el tremendo precio
que pagó Jesús, por medio del simbolismo del
pan y la copa. Tomar de esta
“copa de bendición” (1 Co.10:16) no significa ofrecer nuevamente la sangre de
Cristo, contradiciendo el Libro de Hebreos, sino que sirve como un potente “recordatorio”
de Cristo y un potente anuncio de
“la muerte del Señor hasta que ÉL venga” (1 Co.11:25-26). De igual modo, en el
contexto de la adoración Israelita, las cinco diferentes ofrendas, cuatro de
las cuales eran con derramamiento de sangre, servirán como un recordatorio
constante a los judíos del milenio (que aún no habrán sido glorificados) del
tremendo y completo sacrificio que su Mesías, que estará entonces presente en
medio de ellos, sufriera hace muchos siglos para hacer posible su salvación. En
vista del hecho de que no habrá otro derramamiento de sangre en todo el mundo,
porque habrá nuevamente condiciones casi edénicas (cf. Isaías 11:6-9), tales
sacrificios en el Templo serían doblemente impresionantes.
Sin embargo, tales sacrificios no
serán totalmente voluntarios y solamente en memorial, como lo es la eucaristía
cristiana. Ezequiel dice que Dios “aceptará” a la gente en base a los
sacrificios de animales (43:27), y ellos deberán “hacer expiación por la casa
de Israel” (45:17; cf. 45:15). En otras palabras, tal como en los tiempos del
Antiguo Testamento, en el reino teocrático la vida y las bendiciones materiales
dependerán de una conformidad exterior a la ley ceremonial. Tal conformidad no
traía salvación en los tiempos del Antiguo Testamento, pero los Israelitas
salvos, se sometían voluntariamente. Solamente la fe en Dios podía traer salvación y esto ha sido el plan de Dios en
cada dispensación. Es pues un serio error insistir que estos sacrificios serán expiatorios. Ciertamente que no eran
expiatorios bajo la economía mosaica (“la sangre de los toros y de los machos
cabríos no puede quitar los
pecados”—Hebreos 10:4), y tampoco lo hará durante el Milenio. Pero, no como en
el servicio de comunión, su valor simbólico y pedagógico será sustentado por un
sistema legal de participación obligatoria. Por ejemplo, los que decidan
descuidar la Fiesta de los Tabernáculos anual serán castigados con sequías o
plagas (Zacarías 14:16-19). Cuando se entiende el verdadero significado de las
cinco ofrendas, no es difícil ver cómo pueden servir como un medio efectivo de
instrucción y disciplina divina para Israel y las naciones durante la edad del
Reino.
Respuesta:
Tal objeción se basa ampliamente
sobre la falaz noción de que los aspectos sobrenaturales de la escatología
(incluyendo las descripciones de la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21 y 22) son
cuadros puramente idealistas. Sin duda que muchos judíos que estudiaron las
profecías mesiánicas del Antiguo Testamento antes de la Primera Venida de
Cristo, pensaban lo mismo. Pero cuando Cristo vino, ÉL cambió el agua en vino, multiplicó los panes y los peces, calmó al
instante una gran tempestad, sanó a los enfermos y levantó a los muertos
(Isaías 35:5,6; Mateo 11:5). ÉL dijo
que todos los que no creyeron todo
lo que dijeron los profetas eran “insensatos y tardos de corazón” (Lucas
24:25).
A la luz de los cumplimientos en
la Primera Venida y de la fuerte reprimenda de nuestro Señor, parece que es más
sabio entender estas profecías del milenio literalmente. ¿Quiénes somos nosotros para
decir que no puede haber ningún aspecto sobrenatural en el reino milenial en la
tierra del Cristo glorificado? Algunos de los que niegan la literalidad del río
del Templo, admiten que condiciones edénicas prevalecerán ampliamente durante esa
edad, con longevidad, paz universal, transformación de la vida animal y el
florecimiento de los desiertos. Pero si consideramos cuidadosamente algunas de
las condiciones que existían en el jardín del Edén, descubriremos que entre
ellos había árboles y frutos que tenían abundante vegetación y que un río del
jardín se dividió en cuatro ríos (Génesis 2:10-14). Pocos de los que niegan la
literalidad del río del Templo de Ezequiel 47 llegarían a negar la literalidad
de los ríos y de los árboles de Génesis 2. Pero, ¿no es esto una
inconsistencia? ¿No puede Dios realizar estas cosas para Sus propios propósitos
de maneras que no podemos entender ahora? Si los procesos naturales de nuestro
mundo actual sirven como última guía para lo que puede o no puede suceder en
las edades venideras, no sólo borraremos mucho de la escatología bíblica, sino
también terminaremos negando hasta las obras milagrosas de Cristo. Esto es
simplemente pagar un precio demasiado alto para mantener la visión idealista de
las profecías de Ezequiel.
Este artículo fue tomado, con el
permiso del Dr. Whitcomb, del The
Diligent Workman Journal (Volume
2, Sigue 1), Mayo 1994.
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