¿Por Quién Murió Cristo?

 

Una Defensa de la Expiación Ilimitada

 

 

 

 

Un Análisis de Pasajes Clave de las Escrituras

 

2 Corintios 5:19-20

 

Como embajadores de Cristo hemos de ir a todos los hombres con la palabra de reconciliación. ¿Cómo podemos decir a hombres y mujeres que se reconcilien con Dios, si no hubiera sido provista tal reconciliación? Pero si Dios ha reconciliado al mundo Consigo Mismo, entonces podemos ir al mundo con un mensaje de reconciliación. El sufrimiento de Cristo provee una base justa para que Dios acoja el regreso de los rebeldes. Para los que son enemigos de Dios y para todos los que son enemigos de Dios, tenemos un mensaje de buenas nuevas. ¡Tenemos una palabra de reconciliación! Tenemos un mensaje de esperanza, porque “ÉL murió por todos” (2 Corintios 5:14-15). Dios es el Reconciliador de todos los hombres (versículo 19, “el mundo”), especialmente de los que creen (versículo 20, donde la reconciliación queda limitada a los que responden con fe). Comparar 1 Timoteo 4:10.

 

De acuerdo con 2 Corintios 5:19, se dice que hay una reconciliación mundial y que fue hecha completamente por Dios; sin embargo, en el contexto del versículo siguiente, se indica que el pecador individual tiene la responsabilidad, además de la reconciliación universal hecha por Dios, de reconciliarse él mismo con Dios. Lo que Dios ha realizado ha cambiado de tal modo el mundo en relación a ÉL Mismo, que ÉL, conforme a las demandas de infinita justicia, está satisfecho con la muerte de Cristo como la solución al problema del pecado de cada uno. Sin embargo, el objetivo no se ha alcanzado hasta que el individuo, que ya ha sido incluido en la reconciliación del mundo, también esté satisfecho con la misma obra de Cristo que ha satisfecho a Dios como la solución a su propio problema del pecado. De modo que hay una reconciliación que en sí misma no salva a nadie, pero que es la base de la reconciliación de todo aquel que cree y de cada uno que quiera creer. Cuando creen, son reconciliados experimental y eternamente, y llegan a ser hijos de Dios mediante las riquezas de Su gracia.

 

 

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