La Teología Reformada y la Regeneración |
Este artículo fue escrito por David Dunlap, Bible and Life Ministries. Es parte
de un trabajo más extenso titulado Limiting
Omnipotence- The Consequences of Calvinism—Un estudio sobre asuntos
cruciales en la Teología Reformada y Dispensacional. Publicado con permiso
del autor. |
En 1883 en la isla de Krakatoa, en el Estrecho de la
Sonda, un volcán hizo erupción, partiendo la montaña de arriba abajo y lanzando
al mar rocas, tierra y escombros. Nada quedó de la isla, sino una masa inerme
de lava y cenizas volcánicas. Observadores estimaron que unas 36.000 personas
perdieron sus vidas, haciendo de ésta una de las erupciones volcánicas más
devastadoras en la historia. Los científicos declararon rotundamente que ninguna
vida animal o vegetal podría sobrevivir. Sin embargo, durante los próximos tres
años helechos y flores comenzaron a germinar de la tierra negra. El viento y el
mar habían llevado allí semillas. Hacia 1897, varias porciones del suelo se
habían cubierto de vegetación. Pronto toda la isla estaba cubierta con plantas
desarrolladas y un conjunto de pájaros, animales e insectos poblaban la isla.
Este relato ilustra vívidamente lo que sucede espiritualmente cuando la vida de
Dios transforma completamente el alma, entenebrecida por el pecado, de los hombres
por medio de la fe en Cristo. A esta experiencia la Biblia da el nombre de
regeneración o “avivamiento”.
En la Biblia nunca se encuentra el término “nuevo
nacimiento”; la palabra “regeneración sólo se encuentra dos veces en la Biblia
(Tito 3:5; Mateo 19:28). La palabra griega traducida “regeneración” es
“palingenesia”, que, cuando es dividida en sus partes, significa “nacido de
nuevo” (“palin”=otra vez; genesia= “nacimiento”). En tanto que nunca se encuentra
el término nuevo nacimiento, varias veces se encuentran palabras relacionadas,
tales como “nueva creación”, “nacido de nuevo”, y “nuevo hombre”.
¿Qué es la regeneración? La regeneración es una experiencia
que se vive una sola vez al recibir nueva vida en Cristo, cuando es comenzada
la obra de la nueva creación y el proceso de santificación es puesto en marcha.
El hombre regenerado ya no es el hombre que una vez fue. En virtud de la obra
del Espíritu Santo, la nueva vida (creada a imagen de Dios) ha venido al alma
de los hombres. Esta nueva naturaleza tiene sus propios deseos, afectos e intereses – todos ellos son espirituales,
enraizados en Cristo, y centrados en Dios. “Lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es”; la nueva naturaleza es espiritual, porque participa de la
naturaleza de Aquel que la imparte. El creyente ha llegado a ser “participante
de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4). Sin embargo, la vieja naturaleza
permanece en el creyente, luchando contra la nueva.
El Punto de Vista Reformado
de la Regeneración
Los estudiantes de las Sagradas Escrituras ofrecen
diferentes puntos de vista del procedimiento divino en cuanto al nuevo
nacimiento. Este debate no es un ejercicio meramente académico, sino uno que
tiene consecuencias de largo alcance. Un entendimiento bíblico claro en esta
área es de gran ayuda para el cristiano serio. La Reología Reformada actual
enseña que la regeneración, o el nuevo nacimiento, tiene que preceder a la fe.
Sostiene que, puesto que el hombre no regenerado está muerto y es incapaz de
responder al evangelio, él tiene primero que “nacer de nuevo” para que pueda
recibir el don de la fe. Esta obra de regeneración de Dios solo tendrá lugar en
las vidas de los elegidos cuando Dios los atrae irresistiblemente. Todo esto
tiene que suceder en este orden, de otro modo la salvación bíblica, se dice, ya
no es de Dios por Su gracia, sino del hombre por esfuerzo propio. El
catedrático calvinista Dr. R.C. Sproul expone esta posición cuando escribe:
En la regeneración, Dios
cambia nuestros corazones. ÉL nos da una nueva disposición, una nueva
inclinación. Planta un deseo por Cristo en nuestros corazones. Jamás podremos
confiar en Cristo para nuestra salvación, a menos que primero le deseemos. Esta
es la razón por la que dijimos anteriormente que la regeneración
precede a la fe. (R.C.Sproul, Escogidos por
Dios, p.80).
En una veta similar, respecto a la regeneración, el
psicólogo Reformado Jay Adams escribe:
Sólo Dios puede dar vida
a las almas muertas para que puedan creer. ÉL hace ésto cuando, dónde y
cómo ÉL quiere por Su Espíritu, que
regenera o da vida que lleva a la fe…. Como un cristiano reformado, el escritor
cree que los consejeros no deben decir a un consultante no salvo que Cristo
murió por él, porque no pueden decir eso. Nadie sabe, excepto Cristo Mismo,
quienes son Sus elegidos por quienes ÉL murió. (Jay Adams, Capacitado para Orientar).
Los no calvinistas, por otra parte, enseñan que el nuevo
nacimiento tiene lugar después de que un hombre no regenerado ejerza fe en
Cristo. El hombre no regenerado, después de ser atraído por la obra de
convicción del Espíritu Santo, iluminado por el poder de la Palabra de Dios,
asido por gracia y estimulado por la oración, es capacitado por Dios para
ejercer fe en la obra acabada de Cristo. Aunque el hombre no regenerado está
muerto en delitos y pecados y es enemigo de Dios, esto no significa que sea
incapaz de expresar fe. El designio soberano de Dios, sin embargo, pone énfasis
sobre el infinito poder de convicción del Espíritu Santo, la gracia de Dios, la
voluntad de Dios y la Palabra de Dios. Sin la obra de Dios, ningún hombre jamás
sería salvo.
La Regeneración y la
Salvación de Infantes
El calvinismo enseña que los infantes, cuando aun no han
nacido, son regenerados, aun cuando no tienen conocimiento de Cristo; y que,
una vez nacidos, debe realizase el bautismo como señal de que el niño ha sido
regenerado. Juan Calvino creía que todos los hijos de los creyentes han sido
regenerados espiritualmente en el vientre. Para completar el proceso de salvación,
Calvino sugería también que Dios concedía a estos infantes en el vientre una fe
única y sobrenatural. Esto ciertamente agregaría una nueva tergiversación al
término “fe de niño”. Pero, ¿cómo es posible todo esto? Juan Calvino escribe:
Pero, preguntan ellos,
¿cómo son regenerados los infantes, cuando no tienen conocimiento del bien o
del mal? Contestamos que la obra de Dios, aunque está más allá del alcance de
nuestra capacidad, no por eso es nula. Los infantes que han de ser salvos (y es
cierto que algunos son salvos a esta edad) tienen, sin duda, que ser
regenerados por el Señor…ÉL ciertamente ha llamado y dotado a muchos con el
verdadero conocimiento de Sí mismo, por medios internos, por la iluminación del
Espíritu, sin que interviniera la predicación. [Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana].
El problema de la salvación de los hijos de los elegidos
ocupó muy pronto la mente de muchos líderes calvinistas. ¿Cómo podía uno saber
si los hijos de los elegidos vendrían a Cristo, o habría algunos que nunca
llegarían a confiar en ÉL como Salvador? Los calvinistas razonaban: Si
solamente los elegidos son regenerados y solamente los regenerados pueden ser
salvos, ¿hay alguna manera de saber si los hijos son elegidos? Juan Calvino
consoló el corazón de muchos declarando que Dios ya había hecho provisión para
esa necesidad. El sugirió que todos los hijos de los elegidos serían salvos.
Calvino escribe:
Nuestros hijos, antes de
nacer, Dios declara que Él los adopta como propios cuando promete que ÉL será
Dios para nosotros y nuestra descendencia después de nosotros. En está promesa
está incluida su salvación. [Juan Calvino, Institución
de
¿Cuáles son las consecuencias espirituales de tal
especulación? En primer lugar, si esto es cierto, no necesitamos preocuparnos
por la condición espiritual de nuestros hijos y nietos. ¿Por qué? Porque si
nosotros somos elegidos, nuestros hijos también son elegidos, lo cual significa
que sus hijos también son elegidos y así sucesivamente hasta que nuestra línea
familiar llegue a su fin. Mientras un calvinista puede encontrar consuelo en
este punto de vista, él necesita dar vuelta la moneda para ver lo que hay al
otro lado. Si se deduce que el hijo de un “calvinista” es elegido y que será
salvo por causa de la elección de sus padres, ¿no sería cierto también que si
este hijo nunca cree en Jesucristo, esto probaría que sus padres nunca fueron
elegidos? Si se comprueba que un padre nunca fue elegido, eso significaría que
su padre tampoco pudo ser elegido. El “dominó electivo” calvinista tiene que
caer, por lógica, en ambos sentidos. Además, las Escrituras subrayan que los
hijos no son salvos porque los padres han sido elegidos, sino porque los hijos
mismos han puesto su fe en Cristo para salvación (Hechos 16:31-32; 2 Timoteo
3:14-15).
El Punto de Vista Reformado
y las Escrituras
Muchos han observado que el punto de vista Reformado de la
regeneración es contrario a las Escrituras. La Biblia establece claramente que
la bendición de la salvación, la morada del Espíritu Santo en la vida del
creyente, la vida eterna y la regeneración nunca preceden a la fe, sino son,
por el contrario, el resultado de la fe.
El piadoso maestro de la Biblia Samuel Ridout, explicando
la gran importancia de la fe anterior a la nueva vida, escribe:
“Siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y
permanece para siempre” (1 Pedro 1:23). El nuevo nacimiento es por la Palabra
de Dios. Que esto es un acto soberano de Dios, por Su Espíritu, nadie lo puede
poner en duda. Pero este versículo nos prohibe separar, como se ha hecho a
veces, el nuevo nacimiento de la fe en el evangelio. Se ha enseñado que el
nuevo nacimiento precede a la fe; aquí se nos dice que la Palabra de Dios es el
instrumento para el nuevo nacimiento. “Así que la fe es por el oír, y por el
oír, de la Palabra de Dios”; “La palabra que por el evangelio es predicada”. De
modo que, aunque podemos distinguir entre la fe y el nuevo nacimiento, no los
podemos separar. Juan 3:3 y 3:16 siempre tienen que ir juntos. No es posible
una anomalía tal como que un hombre ha nacido de nuevo pero que aún no ha
creído el evangelio. [Samuel Ridout, Numerical Bible, Vol.6 (NY.Loizeaux Bro.
1903) p.148-149).
De igual manera, el Dr. John Walwoord, el anterior
presidente del Seminario Teológico Dallas, expone la necesidad de tener fe
antes de que se reciba la regeneración o la vida eterna:
La vida eterna no se
recibe hasta que se ejerza fe en Cristo. La vida eterna no debe confundirse con
la gracia eficaz, o con aquella gracia concedida que es antecedente a la fe. La
vida eterna ha de identificarse con la regeneración y se recibe con el nuevo
nacimiento. Es más bien el resultado que la causa de la salvación, pero está
relacionada con la conversión o la manifestación de la nueva vida en Cristo. [Everett
F. Harrison, editor, Wycliff Dictionary
of Theology, (Peabody, MA; Hendrickson Publishers, 1999), p.195]
Los escritores reformados a menudo usan Ezequiel 36:26
para respaldar el punto de vista que la regeneración precede a la fe. Este
versículo dice, “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros;
y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de
carne”. Sin embargo, un cuidadoso examen del contexto de este pasaje y de
versículos relacionados, revela que el punto de vista Calvinista no tiene
apoyo. Primero, encontramos que este pasaje no se refiere a creyentes
individuales y a la manera en que ellos puedan ser salvos, sino más bien a la
“casa de Israel” (v.17). La fuerza del argumento del profeta reside en lo que
Dios hará en Su gracia para restaurar a Israel a su tierra en un día futuro. El
contexto no es la regeneración del incrédulo individual, sino más bien, la
nación de Israel.
Segundo, en un pasaje anterior, Ezequiel escribe, “Echad
de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu
nuevo” (18:31). Aquí, la responsabilidad de un nuevo corazón y un nuevo
espíritu es puesta en las manos del hombre. El don de un corazón nuevo
significa el nuevo nacimiento de la nación de Israel por el nuevo pacto, por la
renovación del Espíritu Santo. Sin embargo, Ezequiel también condiciona le
recepción del nuevo corazón por el arrepentimiento (18:31). Los que usan este
pasaje para sostener el punto de vista que la regeneración del inconverso
precede a la fe, aparecen culpables de estirar
las Escrituras para que concuerden con un particular punto de vista teológico.
La Lógica y el Punto de
Vista Reformado de C.H. Spurgeon
Muchos han visto grandes dificultades en el punto de vista
Reformado de la regeneración. Una de sus deficiencias más obvias es que si un
hombre ha sido regenerado, ¿qué necesidad tiene entonces de tener fe? Porque ya
es salvo, aunque sin el requisito bíblico –la fe. Si la regeneración precede a
la fe, entonces la fe es innecesaria, porque el regenerado ya es salvo. Aun
algunos respetados calvinistas han señalado esta aparente contradicción
teológica. El calvinista C.H. Spurgeon, en su famoso sermón “The Warrant of
Faith” debate este punto con su estilo característico:
Si he de predicar la fe
en Cristo a un hombre que ha sido regenerado, entonces el hombre, habiendo sido
ya regenerado, ya es salvo y es innecesario y ridículo predicarle a Cristo y
pedirle que crea para ser salvo, si ya es salvo, puesto que ya ha sido
regenerado. ¿He de predicar la fe solamente a los que ya la tienen? Es absurdo,
en verdad. ¿No sería esto como esperar que el hombre se sane para luego
llevarle la medicina? Esto es predicar a Cristo a los justos y no a los
pecadores.” [Sermón titulado The
Warrants of Faith].
Spurgeon, con gran discernimiento, señala tres deficiencias
en esta posición Reformada tradicional. Primero, la regeneración antes de la fe
será una gran barrera para la predicación del verdadero evangelio de salvación.
El dice, “es una cosa ridícula e innecesaria para mí predicar a Cristo”. Porque
si alguien ya ha sido regenerado, ¿por qué tengo que predicarle el evangelio? Con
ello los grandes temas del mensaje del evangelio tales como pecado, juicio,
amor y gracia se han vuelto innecesarios. Segundo, elimina la realidad de la
lucha espiritual para ganar almas para Cristo. Spurgeon dice, “… e instarle a
que crea para ser salvo si ya es salvo… ¿He de predicar la fe a quienes ya la
tienen?” ¿Dónde están la lucha espiritual, la oración que prevalece y el poder
del Espíritu Santo en el evangelismo? Porque ellos ya son salvos. No hay un
forcejeo serio con las almas por la causa del evangelio. Tercero, pone al
predicador en espera con el evangelio. Spurgeon escribe, “¿No es esto como
esperar que un hombre sea sanado para luego traerle la medicina?” ¿Han de
esperar los predicadores con el remedio espiritual, el evangelio, hasta que un
alma perdida sea regenerada y luego, cuando es salva, traerle el evangelio?
Este punto de vista quita a la predicación del evangelio la urgencia y el
“Ahora”. Las Escrituras son claras, “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí
ahora el día de salvación” (2 Co.6:2). De acuerdo con el “príncipe de los
predicadores” este punto de vista de la regeneración es un impedimento para
quien trae las buenas nuevas y una contradicción del tenor general de las
Escrituras.
La Regeneración y la
Predicación del Evangelio
Esto nos lleva a considerar las consecuencias del punto de
vista Reformado de la regeneración sobre la predicación del evangelio. Tenemos
que admitir que algunos grandes predicadores del evangelio reformados fueron
usados por Dios para traer a muchos a Cristo, incluyendo a Whitfield y
Spurgeon. Pero esto fue a pesar de la inconsistencia entre su posición
teológica y el mensaje que tan efectivamente proclamaban. Cualquiera que lea
los sermones de Spurgeon, por ejemplo, descubrirá que, mientras usa
frecuentemente la palabra “elegidos”, no lo hizo en una manera tal que los
pecadores no se incluyeran, si así lo deseaban. Sin embargo, los teólogos
reformados han elaborado un sistema que es tanto no ortodoxo como
inconsistente. Desafortunadamente, esta teología ha sido un gran impedimento
para la libre proclamación del evangelio. El Dr. John Gill, un teólogo
reformado del siglo 18, ilustra el efecto dañino de la teología calvinista
sobre la predicación del evangelio. Durante el desempeño del Dr. Gill en una
iglesia reformada, esta congregación, que en un tiempo tenía 1.200 miembros, se
redujo hasta ser una mera sombra de lo que había sido originalmente. C.H.
Spurgeon, SIENDO él mismo calvinista, responsabilizó al calvinismo por la importante
declinación:
Durante el pastorado de
mi venerable predecesor, Dr. Gill, esta iglesia, en vez de crecer, gradualmente
decreció… el sistema teológico con el cual muchos identifican su (Gill) nombre,
ha deprimido a muchas iglesias hasta el alma, porque las ha llevado a omitir la
invitación libre del evangelio, y a negar que es la obligación de los pecadores
creer en Jesús. [Iain Murray, Spurgeon vs. Hypercalvinism: The
Para el calvinista, la predicación del evangelio es un
ejercicio inútil si la persona no ha sido regenerada. De acuerdo con el
calvinista, lo primero que una persona tiene que obtener es la regeneración.
Pero la regeneración es dada soberana e irresistiblemente sólo por Dios. No hay
nada que un hombre no salvo pueda hacer para producir la regeneración; además,
no hay nada que él quiera hacer, por cuanto está muerto, sin el más mínimo
deseo por las cosas espirituales. Descubrimos ahora una de las grandes
inconsistencias del calvinismo: la obra del incrédulo como un “hombre muerto
vivo”. El calvinismo declara que la depravación total significa la completa
inhabilidad para desear, entender, pensar o aprender sobre Dios y la salvación.
Sin embargo, por otra parte, el calvinista insiste que el hombre depravado
busque, aprenda y ore a Dios por su regeneración. Note la explicación del
escritor calvinista, W.G.T.Shedd, en Dogmatic
Theology, cuando escribe:
El calvinista sostiene
que la fe proviene enteramente de Dios y que es uno de los resultados
de la regeneración. [W.G.T. Shedd, Dogmatic Theology].
En otra parte Shedd explica que, puesto que el incrédulo
no ha sido regenerado, ciertos pasos son necesarios antes de que pueda ser
salvo:
…Uno, leer y oír la
Palabra divina… Dos, poner seria atención y examinar la verdad para entender y sentir su poder…
Tres, orar por el don del Espíritu Santo para la convicción y regeneración del
Espíritu….orar por la gracia regeneradora es una obligación y un privilegio para el
hombre no regenerado [W.G.T.Shedd, Dogmatic Theology].]
El popular escritor calvinista A.W.Pink también insiste
que el incrédulo tiene que implorar a Dios por su regeneración antes de que
pueda ser salvo. El escribe:
..su primera obligación es
admitir que Dios es verdad… su segunda obligación es clamar a Dios por el poder
–pedir a Dios que en Su misericordia deshaga su enemistad y lo atraiga a Cristo;
le conceda los dones de la fe y el arrepentimiento (A.W.Pink, La
Soberanía de Dios].
¿Este es el mensaje de salvación del Nuevo Testamento?
¿Debe el evangelista exhortar a los perdidos a orar por el don del Espíritu
Santo? ¿Hay algún ejemplo en el Nuevo
Testamento de que alguien mandara a alguien que está perdido que ore por la
regeneración? Pienso que no hay ningún ejemplo semejante. ¿El incrédulo ha de
orar por el don de la regeneración o ha de creer en Cristo? El alto precio de
la salvación fue pagado totalmente por nuestro Señor y ÉL invita al pecador a
creer en ÉL y recibir la vida eterna. ¿Necesita rogar y suplicar un criminal
que lo dejen salir de la cárcel, cuando el guardia está ante él con el perdón
firmado en su mano extendida? No es el momento para que el prisionero pida y
busque, sino para que reciba. De igual manera, la obra de la cruz está
completada, el precio ha sido enteramente pagado por Cristo para todo hombre,
el evangelio es presentado a todos, ahora el pecador tiene que recibirlo por
fe. Este nuevo evangelio extraño vuelve la salvación de Dios en algo que debe
ser buscado, en vez de algo que debe ser recibido. ¿Nuestro mensaje del
evangelio es “cree y serás salvo” o ora y busca y pide la regeneración? El Nuevo
Testamento es claro: la obra de la salvación está terminada por el sacrificio
de Cristo realizado una vez para siempre; el inconverso no necesita orar por la
regeneración, sino creer en el Señor Jesucristo “y serás salvo”.
La Regeneración y la Relación
con Cristo
El calvinismo enseña que Dios primero regenera al elegido
y que luego, un tiempo después, esto lleva a la fe en el Señor Jesucristo.
Según el punto de vista reformado de la regeneración, nuestra nueva vida en
Cristo está separada de una nueva relación con Cristo. El calvinismo enseña que
un bebé es regenerado en el vientre, y que una persona puede haber sido regenerada
muchos años antes de ser salva. Sin embargo, cuando el Espíritu Santo realiza
Su obra de regeneración en nuestra vida, en ese mismo instante nos relaciona
con una Persona, y el don de la vida eterna nos une a la persona del Señor
Jesucristo. Juan escribe: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el
único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Es en
verdad una regeneración extraña, estar vivo por el Espíritu de Dios, pero no
conocer a Cristo por fe. Lewis Sperry Chafer, el fundador del Seminario
Teológico Dallas, en su Teología
Sistemática explica el vínculo entre la regeneración y la relación:
El hecho importante, que
no debe ser olvidado en la doctrina de la regeneración, es que el creyente en
Cristo ha recibido vida eterna. Este hecho debe mantenerse libre de toda
confusión que pueda surgir de la idea de regeneración que lo hace meramente el
antecedente de la salvación, o un avivamiento preliminar, para capacitar a la
persona para creer. Es más bien el corazón mismo de la salvación. [L. S. Chafer, Teología Sistemática).
La Palabra de Dios enseña que un hombre recibe vida al
recibir a Jesucristo como Salvador. Por ello nuestro Señor dijo, “Yo soy el camino, la verdad y la vida…”
(Juan 14:6). ÉL no dijo, “Yo tengo el
camino, la verdad y la vida”, como si el Cristo morador no fuese más que una
fuerza o poder o solo un agente que da vida eterna. Nuestro Señor, antes de
resucitar a Lázaro, dijo, “Yo soy la
resurrección y la vida…” (Juan 11:25); no “yo tengo vida para impartir”. Esto nos trae al hecho de que si hemos
de tener vida, tenemos que tener a Jesucristo. Puesto que Jesucristo es la
vida, el Espíritu tiene que llevarnos a una unión viva y vital con ÉL. El nuevo
nacimiento o la regeneración nunca pueden ser divorciados de una relación viva
con Cristo. Juan, el apóstol, escribe, “el que tiene al Hijo, tiene la vida; el
que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida” (1 Juan 5:12). En las epístolas
del apóstol Pablo encontramos que él usa el término, cuidadosamente escogido y que
es muy significativo, “en Cristo” para explicar esta verdad. Pablo dice, “si
alguno está en Cristo, nueva criatura (creación) es…” (2 Corintios 5:17). Pablo
nunca pensó que la regeneración precediera a la fe en Cristo, lo cual a su vez
precedería a la relación de Cristo en nosotros, la “esperanza de gloria”. La
doctrina del Nuevo Testamento es muy clara: el Espíritu Santo de Dios produce
el nuevo nacimiento, lo cual nos da una nueva vida, y esa nueva vida es el
Señor Jesucristo Mismo.
La obra de la regeneración está condicionada por la fe. La
fe tiene que preceder al nuevo nacimiento. Es Dios solamente quien imparte esta
nueva vida en Cristo. Esta nueva vida en Cristo provee una nueva naturaleza o
disposición, por la cual ahora tenemos una relación con Dios. La secuencia
espiritual en la obra de regeneración de Dios ha sido resumida muy bien por Sir
Robert Anderson cuando escribió:
Es por
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