La Teología Reformada y la

 

Regeneración

 

 

 

 

Este artículo fue escrito por David Dunlap, Bible and Life Ministries. Es parte de un trabajo más extenso titulado Limiting Omnipotence- The Consequences of Calvinism—Un estudio sobre asuntos cruciales en la Teología Reformada y Dispensacional. Publicado con permiso del autor.

 

 

En 1883 en la isla de Krakatoa, en el Estrecho de la Sonda, un volcán hizo erupción, partiendo la montaña de arriba abajo y lanzando al mar rocas, tierra y escombros. Nada quedó de la isla, sino una masa inerme de lava y cenizas volcánicas. Observadores estimaron que unas 36.000 personas perdieron sus vidas, haciendo de ésta una de las erupciones volcánicas más devastadoras en la historia. Los científicos declararon rotundamente que ninguna vida animal o vegetal podría sobrevivir. Sin embargo, durante los próximos tres años helechos y flores comenzaron a germinar de la tierra negra. El viento y el mar habían llevado allí semillas. Hacia 1897, varias porciones del suelo se habían cubierto de vegetación. Pronto toda la isla estaba cubierta con plantas desarrolladas y un conjunto de pájaros, animales e insectos poblaban la isla. Este relato ilustra vívidamente lo que sucede espiritualmente cuando la vida de Dios transforma completamente el alma, entenebrecida por el pecado, de los hombres por medio de la fe en Cristo. A esta experiencia la Biblia da el nombre de regeneración o “avivamiento”.

 

En la Biblia nunca se encuentra el término “nuevo nacimiento”; la palabra “regeneración sólo se encuentra dos veces en la Biblia (Tito 3:5; Mateo 19:28). La palabra griega traducida “regeneración” es “palingenesia”, que, cuando es dividida en sus partes, significa “nacido de nuevo” (“palin”=otra vez; genesia= “nacimiento”). En tanto que nunca se encuentra el término nuevo nacimiento, varias veces se encuentran palabras relacionadas, tales como “nueva creación”, “nacido de nuevo”, y “nuevo hombre”.

 

¿Qué es la regeneración? La regeneración es una experiencia que se vive una sola vez al recibir nueva vida en Cristo, cuando es comenzada la obra de la nueva creación y el proceso de santificación es puesto en marcha. El hombre regenerado ya no es el hombre que una vez fue. En virtud de la obra del Espíritu Santo, la nueva vida (creada a imagen de Dios) ha venido al alma de los hombres. Esta nueva naturaleza tiene sus propios deseos, afectos  e intereses – todos ellos son espirituales, enraizados en Cristo, y centrados en Dios. “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”; la nueva naturaleza es espiritual, porque participa de la naturaleza de Aquel que la imparte. El creyente ha llegado a ser “participante de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4). Sin embargo, la vieja naturaleza permanece en el creyente, luchando contra la nueva.

 

El Punto de Vista Reformado de la Regeneración

 

Los estudiantes de las Sagradas Escrituras ofrecen diferentes puntos de vista del procedimiento divino en cuanto al nuevo nacimiento. Este debate no es un ejercicio meramente académico, sino uno que tiene consecuencias de largo alcance. Un entendimiento bíblico claro en esta área es de gran ayuda para el cristiano serio. La Reología Reformada actual enseña que la regeneración, o el nuevo nacimiento, tiene que preceder a la fe. Sostiene que, puesto que el hombre no regenerado está muerto y es incapaz de responder al evangelio, él tiene primero que “nacer de nuevo” para que pueda recibir el don de la fe. Esta obra de regeneración de Dios solo tendrá lugar en las vidas de los elegidos cuando Dios los atrae irresistiblemente. Todo esto tiene que suceder en este orden, de otro modo la salvación bíblica, se dice, ya no es de Dios por Su gracia, sino del hombre por esfuerzo propio. El catedrático calvinista Dr. R.C. Sproul expone esta posición cuando escribe:

 

En la regeneración, Dios cambia nuestros corazones. ÉL nos da una nueva disposición, una nueva inclinación. Planta un deseo por Cristo en nuestros corazones. Jamás podremos confiar en Cristo para nuestra salvación, a menos que primero le deseemos. Esta es la razón por la que dijimos anteriormente que la regeneración precede a la fe. (R.C.Sproul, Escogidos por Dios, p.80).

 

En una veta similar, respecto a la regeneración, el psicólogo Reformado Jay Adams escribe:

 

Sólo Dios puede dar vida a las almas muertas para que puedan creer. ÉL hace ésto cuando, dónde y cómo  ÉL quiere por Su Espíritu, que regenera o da vida que lleva a la fe…. Como un cristiano reformado, el escritor cree que los consejeros no deben decir a un consultante no salvo que Cristo murió por él, porque no pueden decir eso. Nadie sabe, excepto Cristo Mismo, quienes son Sus elegidos por quienes ÉL murió. (Jay Adams, Capacitado para Orientar).

 

Los no calvinistas, por otra parte, enseñan que el nuevo nacimiento tiene lugar después de que un hombre no regenerado ejerza fe en Cristo. El hombre no regenerado, después de ser atraído por la obra de convicción del Espíritu Santo, iluminado por el poder de la Palabra de Dios, asido por gracia y estimulado por la oración, es capacitado por Dios para ejercer fe en la obra acabada de Cristo. Aunque el hombre no regenerado está muerto en delitos y pecados y es enemigo de Dios, esto no significa que sea incapaz de expresar fe. El designio soberano de Dios, sin embargo, pone énfasis sobre el infinito poder de convicción del Espíritu Santo, la gracia de Dios, la voluntad de Dios y la Palabra de Dios. Sin la obra de Dios, ningún hombre jamás sería salvo.

 

La Regeneración y la Salvación de Infantes

 

El calvinismo enseña que los infantes, cuando aun no han nacido, son regenerados, aun cuando no tienen conocimiento de Cristo; y que, una vez nacidos, debe realizase el bautismo como señal de que el niño ha sido regenerado. Juan Calvino creía que todos los hijos de los creyentes han sido regenerados espiritualmente en el vientre. Para completar el proceso de salvación, Calvino sugería también que Dios concedía a estos infantes en el vientre una fe única y sobrenatural. Esto ciertamente agregaría una nueva tergiversación al término “fe de niño”. Pero, ¿cómo es posible todo esto? Juan Calvino escribe:

 

Pero, preguntan ellos, ¿cómo son regenerados los infantes, cuando no tienen conocimiento del bien o del mal? Contestamos que la obra de Dios, aunque está más allá del alcance de nuestra capacidad, no por eso es nula. Los infantes que han de ser salvos (y es cierto que algunos son salvos a esta edad) tienen, sin duda, que ser regenerados por el Señor…ÉL ciertamente ha llamado y dotado a muchos con el verdadero conocimiento de Sí mismo, por medios internos, por la iluminación del Espíritu, sin que interviniera la predicación. [Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana].

 

El problema de la salvación de los hijos de los elegidos ocupó muy pronto la mente de muchos líderes calvinistas. ¿Cómo podía uno saber si los hijos de los elegidos vendrían a Cristo, o habría algunos que nunca llegarían a confiar en ÉL como Salvador? Los calvinistas razonaban: Si solamente los elegidos son regenerados y solamente los regenerados pueden ser salvos, ¿hay alguna manera de saber si los hijos son elegidos? Juan Calvino consoló el corazón de muchos declarando que Dios ya había hecho provisión para esa necesidad. El sugirió que todos los hijos de los elegidos serían salvos. Calvino escribe:

Nuestros hijos, antes de nacer, Dios declara que Él los adopta como propios cuando promete que ÉL será Dios para nosotros y nuestra descendencia después de nosotros. En está promesa está incluida su salvación. [Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana].

 

¿Cuáles son las consecuencias espirituales de tal especulación? En primer lugar, si esto es cierto, no necesitamos preocuparnos por la condición espiritual de nuestros hijos y nietos. ¿Por qué? Porque si nosotros somos elegidos, nuestros hijos también son elegidos, lo cual significa que sus hijos también son elegidos y así sucesivamente hasta que nuestra línea familiar llegue a su fin. Mientras un calvinista puede encontrar consuelo en este punto de vista, él necesita dar vuelta la moneda para ver lo que hay al otro lado. Si se deduce que el hijo de un “calvinista” es elegido y que será salvo por causa de la elección de sus padres, ¿no sería cierto también que si este hijo nunca cree en Jesucristo, esto probaría que sus padres nunca fueron elegidos? Si se comprueba que un padre nunca fue elegido, eso significaría que su padre tampoco pudo ser elegido. El “dominó electivo” calvinista tiene que caer, por lógica, en ambos sentidos. Además, las Escrituras subrayan que los hijos no son salvos porque los padres han sido elegidos, sino porque los hijos mismos han puesto su fe en Cristo para salvación (Hechos 16:31-32; 2 Timoteo 3:14-15).

 

El Punto de Vista Reformado y las Escrituras

 

Muchos han observado que el punto de vista Reformado de la regeneración es contrario a las Escrituras. La Biblia establece claramente que la bendición de la salvación, la morada del Espíritu Santo en la vida del creyente, la vida eterna y la regeneración nunca preceden a la fe, sino son, por el contrario, el resultado de la fe.

 

  • Efesios 1:13 dice, “Habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. En el momento de creer, como resultado de la fe, el creyente recibe el sello del Espíritu Santo.

 

  • Juan 3:16 “…para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. La misma verdad se enfatiza nuevamente –la fe precede a la salvación.

 

  • Hechos 16:31 “Cree en el señor Jesucristo y serás salvo- tú y tu casa”. El orden de la salvación está claro; primero la fe y luego sigue la salvación. La fe es una condición para la salvación.

 

  • Romanos 5:1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. La regeneración no es una condición para recibir la justificación. Sino nótese que la fe es primero, seguida por la justificación. Este es el modelo que tenemos a través de la Biblia en virtualmente cada versículo que trata con este tema.

 

El piadoso maestro de la Biblia Samuel Ridout, explicando la gran importancia de la fe anterior a la nueva vida, escribe:

 

“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 Pedro 1:23). El nuevo nacimiento es por la Palabra de Dios. Que esto es un acto soberano de Dios, por Su Espíritu, nadie lo puede poner en duda. Pero este versículo nos prohibe separar, como se ha hecho a veces, el nuevo nacimiento de la fe en el evangelio. Se ha enseñado que el nuevo nacimiento precede a la fe; aquí se nos dice que la Palabra de Dios es el instrumento para el nuevo nacimiento. “Así que la fe es por el oír, y por el oír, de la Palabra de Dios”; “La palabra que por el evangelio es predicada”. De modo que, aunque podemos distinguir entre la fe y el nuevo nacimiento, no los podemos separar. Juan 3:3 y 3:16 siempre tienen que ir juntos. No es posible una anomalía tal como que un hombre ha nacido de nuevo pero que aún no ha creído el evangelio. [Samuel Ridout, Numerical Bible, Vol.6 (NY.Loizeaux Bro. 1903) p.148-149).

 

De igual manera, el Dr. John Walwoord, el anterior presidente del Seminario Teológico Dallas, expone la necesidad de tener fe antes de que se reciba la regeneración o la vida eterna:

 

La vida eterna no se recibe hasta que se ejerza fe en Cristo. La vida eterna no debe confundirse con la gracia eficaz, o con aquella gracia concedida que es antecedente a la fe. La vida eterna ha de identificarse con la regeneración y se recibe con el nuevo nacimiento. Es más bien el resultado que la causa de la salvación, pero está relacionada con la conversión o la manifestación de la nueva vida en Cristo. [Everett F. Harrison, editor, Wycliff Dictionary of Theology, (Peabody, MA; Hendrickson Publishers, 1999), p.195]

 

Los escritores reformados a menudo usan Ezequiel 36:26 para respaldar el punto de vista que la regeneración precede a la fe. Este versículo dice, “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne”. Sin embargo, un cuidadoso examen del contexto de este pasaje y de versículos relacionados, revela que el punto de vista Calvinista no tiene apoyo. Primero, encontramos que este pasaje no se refiere a creyentes individuales y a la manera en que ellos puedan ser salvos, sino más bien a la “casa de Israel” (v.17). La fuerza del argumento del profeta reside en lo que Dios hará en Su gracia para restaurar a Israel a su tierra en un día futuro. El contexto no es la regeneración del incrédulo individual, sino más bien, la nación de Israel.

 

Segundo, en un pasaje anterior, Ezequiel escribe, “Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo” (18:31). Aquí, la responsabilidad de un nuevo corazón y un nuevo espíritu es puesta en las manos del hombre. El don de un corazón nuevo significa el nuevo nacimiento de la nación de Israel por el nuevo pacto, por la renovación del Espíritu Santo. Sin embargo, Ezequiel también condiciona le recepción del nuevo corazón por el arrepentimiento (18:31). Los que usan este pasaje para sostener el punto de vista que la regeneración del inconverso precede a la fe, aparecen culpables  de estirar las Escrituras para que concuerden con un particular punto de vista teológico.

 

La Lógica y el Punto de Vista Reformado de C.H. Spurgeon

 

Muchos han visto grandes dificultades en el punto de vista Reformado de la regeneración. Una de sus deficiencias más obvias es que si un hombre ha sido regenerado, ¿qué necesidad tiene entonces de tener fe? Porque ya es salvo, aunque sin el requisito bíblico –la fe. Si la regeneración precede a la fe, entonces la fe es innecesaria, porque el regenerado ya es salvo. Aun algunos respetados calvinistas han señalado esta aparente contradicción teológica. El calvinista C.H. Spurgeon, en su famoso sermón “The Warrant of Faith” debate este punto con su estilo característico:

 

Si he de predicar la fe en Cristo a un hombre que ha sido regenerado, entonces el hombre, habiendo sido ya regenerado, ya es salvo y es innecesario y ridículo predicarle a Cristo y pedirle que crea para ser salvo, si ya es salvo, puesto que ya ha sido regenerado. ¿He de predicar la fe solamente a los que ya la tienen? Es absurdo, en verdad. ¿No sería esto como esperar que el hombre se sane para luego llevarle la medicina? Esto es predicar a Cristo a los justos y no a los pecadores.” [Sermón titulado The Warrants of Faith].

 

Spurgeon, con gran discernimiento, señala tres deficiencias en esta posición Reformada tradicional. Primero, la regeneración antes de la fe será una gran barrera para la predicación del verdadero evangelio de salvación. El dice, “es una cosa ridícula e innecesaria para mí predicar a Cristo”. Porque si alguien ya ha sido regenerado, ¿por qué tengo que predicarle el evangelio? Con ello los grandes temas del mensaje del evangelio tales como pecado, juicio, amor y gracia se han vuelto innecesarios. Segundo, elimina la realidad de la lucha espiritual para ganar almas para Cristo. Spurgeon dice, “… e instarle a que crea para ser salvo si ya es salvo… ¿He de predicar la fe a quienes ya la tienen?” ¿Dónde están la lucha espiritual, la oración que prevalece y el poder del Espíritu Santo en el evangelismo? Porque ellos ya son salvos. No hay un forcejeo serio con las almas por la causa del evangelio. Tercero, pone al predicador en espera con el evangelio. Spurgeon escribe, “¿No es esto como esperar que un hombre sea sanado para luego traerle la medicina?” ¿Han de esperar los predicadores con el remedio espiritual, el evangelio, hasta que un alma perdida sea regenerada y luego, cuando es salva, traerle el evangelio? Este punto de vista quita a la predicación del evangelio la urgencia y el “Ahora”. Las Escrituras son claras, “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Co.6:2). De acuerdo con el “príncipe de los predicadores” este punto de vista de la regeneración es un impedimento para quien trae las buenas nuevas y una contradicción del tenor general de las Escrituras.

 

La Regeneración y la Predicación del Evangelio

 

Esto nos lleva a considerar las consecuencias del punto de vista Reformado de la regeneración sobre la predicación del evangelio. Tenemos que admitir que algunos grandes predicadores del evangelio reformados fueron usados por Dios para traer a muchos a Cristo, incluyendo a Whitfield y Spurgeon. Pero esto fue a pesar de la inconsistencia entre su posición teológica y el mensaje que tan efectivamente proclamaban. Cualquiera que lea los sermones de Spurgeon, por ejemplo, descubrirá que, mientras usa frecuentemente la palabra “elegidos”, no lo hizo en una manera tal que los pecadores no se incluyeran, si así lo deseaban. Sin embargo, los teólogos reformados han elaborado un sistema que es tanto no ortodoxo como inconsistente. Desafortunadamente, esta teología ha sido un gran impedimento para la libre proclamación del evangelio. El Dr. John Gill, un teólogo reformado del siglo 18, ilustra el efecto dañino de la teología calvinista sobre la predicación del evangelio. Durante el desempeño del Dr. Gill en una iglesia reformada, esta congregación, que en un tiempo tenía 1.200 miembros, se redujo hasta ser una mera sombra de lo que había sido originalmente. C.H. Spurgeon, SIENDO él mismo calvinista, responsabilizó al calvinismo por la importante declinación:

 

Durante el pastorado de mi venerable predecesor, Dr. Gill, esta iglesia, en vez de crecer, gradualmente decreció… el sistema teológico con el cual muchos identifican su (Gill) nombre, ha deprimido a muchas iglesias hasta el alma, porque las ha llevado a omitir la invitación libre del evangelio, y a negar que es la obligación de los pecadores creer en Jesús. [Iain Murray, Spurgeon vs. Hypercalvinism: The Battle for Gospel Preaching).

 

Para el calvinista, la predicación del evangelio es un ejercicio inútil si la persona no ha sido regenerada. De acuerdo con el calvinista, lo primero que una persona tiene que obtener es la regeneración. Pero la regeneración es dada soberana e irresistiblemente sólo por Dios. No hay nada que un hombre no salvo pueda hacer para producir la regeneración; además, no hay nada que él quiera hacer, por cuanto está muerto, sin el más mínimo deseo por las cosas espirituales. Descubrimos ahora una de las grandes inconsistencias del calvinismo: la obra del incrédulo como un “hombre muerto vivo”. El calvinismo declara que la depravación total significa la completa inhabilidad para desear, entender, pensar o aprender sobre Dios y la salvación. Sin embargo, por otra parte, el calvinista insiste que el hombre depravado busque, aprenda y ore a Dios por su regeneración. Note la explicación del escritor calvinista, W.G.T.Shedd, en Dogmatic Theology, cuando escribe:

 

El calvinista sostiene que la fe proviene enteramente de Dios y que es uno de los resultados de la regeneración. [W.G.T. Shedd, Dogmatic Theology].

 

En otra parte Shedd explica que, puesto que el incrédulo no ha sido regenerado, ciertos pasos son necesarios antes de que pueda ser salvo:

 

…Uno, leer y oír la Palabra divina… Dos, poner seria atención y examinar  la verdad para entender y sentir su poder… Tres, orar por el don del Espíritu Santo para la convicción y regeneración del Espíritu….orar por la gracia regeneradora es una obligación y un privilegio para el hombre no regenerado [W.G.T.Shedd, Dogmatic Theology].]

 

El popular escritor calvinista A.W.Pink también insiste que el incrédulo tiene que implorar a Dios por su regeneración antes de que pueda ser salvo. El escribe:

 

..su primera obligación es admitir que Dios es verdad… su segunda obligación es clamar a Dios por el poder –pedir a Dios que en Su misericordia deshaga su enemistad y lo atraiga a Cristo; le conceda los dones de la fe y el arrepentimiento (A.W.Pink, La Soberanía de Dios].

 

¿Este es el mensaje de salvación del Nuevo Testamento? ¿Debe el evangelista exhortar a los perdidos a orar por el don del Espíritu Santo?  ¿Hay algún ejemplo en el Nuevo Testamento de que alguien mandara a alguien que está perdido que ore por la regeneración? Pienso que no hay ningún ejemplo semejante. ¿El incrédulo ha de orar por el don de la regeneración o ha de creer en Cristo? El alto precio de la salvación fue pagado totalmente por nuestro Señor y ÉL invita al pecador a creer en ÉL y recibir la vida eterna. ¿Necesita rogar y suplicar un criminal que lo dejen salir de la cárcel, cuando el guardia está ante él con el perdón firmado en su mano extendida? No es el momento para que el prisionero pida y busque, sino para que reciba. De igual manera, la obra de la cruz está completada, el precio ha sido enteramente pagado por Cristo para todo hombre, el evangelio es presentado a todos, ahora el pecador tiene que recibirlo por fe. Este nuevo evangelio extraño vuelve la salvación de Dios en algo que debe ser buscado, en vez de algo que debe ser recibido. ¿Nuestro mensaje del evangelio es “cree y serás salvo” o ora y busca y pide la regeneración? El Nuevo Testamento es claro: la obra de la salvación está terminada por el sacrificio de Cristo realizado una vez para siempre; el inconverso no necesita orar por la regeneración, sino creer en el Señor Jesucristo “y serás salvo”.

 

La Regeneración y la Relación con Cristo

 

El calvinismo enseña que Dios primero regenera al elegido y que luego, un tiempo después, esto lleva a la fe en el Señor Jesucristo. Según el punto de vista reformado de la regeneración, nuestra nueva vida en Cristo está separada de una nueva relación con Cristo. El calvinismo enseña que un bebé es regenerado en el vientre, y que una persona puede haber sido regenerada muchos años antes de ser salva. Sin embargo, cuando el Espíritu Santo realiza Su obra de regeneración en nuestra vida, en ese mismo instante nos relaciona con una Persona, y el don de la vida eterna nos une a la persona del Señor Jesucristo. Juan escribe: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Es en verdad una regeneración extraña, estar vivo por el Espíritu de Dios, pero no conocer a Cristo por fe. Lewis Sperry Chafer, el fundador del Seminario Teológico Dallas, en su Teología Sistemática explica el vínculo entre la regeneración y la relación:

 

El hecho importante, que no debe ser olvidado en la doctrina de la regeneración, es que el creyente en Cristo ha recibido vida eterna. Este hecho debe mantenerse libre de toda confusión que pueda surgir de la idea de regeneración que lo hace meramente el antecedente de la salvación, o un avivamiento preliminar, para capacitar a la persona para creer. Es más bien el corazón mismo de la salvación. [L. S. Chafer, Teología Sistemática).

 

La Palabra de Dios enseña que un hombre recibe vida al recibir a Jesucristo como Salvador. Por ello nuestro Señor dijo, “Yo soy el camino, la verdad y la vida…” (Juan 14:6). ÉL no dijo, “Yo tengo el camino, la verdad y la vida”, como si el Cristo morador no fuese más que una fuerza o poder o solo un agente que da vida eterna. Nuestro Señor, antes de resucitar a Lázaro, dijo, “Yo soy la resurrección y la vida…” (Juan 11:25); no “yo tengo vida para impartir”. Esto nos trae al hecho de que si hemos de tener vida, tenemos que tener a Jesucristo. Puesto que Jesucristo es la vida, el Espíritu tiene que llevarnos a una unión viva y vital con ÉL. El nuevo nacimiento o la regeneración nunca pueden ser divorciados de una relación viva con Cristo. Juan, el apóstol, escribe, “el que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida” (1 Juan 5:12). En las epístolas del apóstol Pablo encontramos que él usa el término, cuidadosamente escogido y que es muy significativo, “en Cristo” para explicar esta verdad. Pablo dice, “si alguno está en Cristo, nueva criatura (creación) es…” (2 Corintios 5:17). Pablo nunca pensó que la regeneración precediera a la fe en Cristo, lo cual a su vez precedería a la relación de Cristo en nosotros, la “esperanza de gloria”. La doctrina del Nuevo Testamento es muy clara: el Espíritu Santo de Dios produce el nuevo nacimiento, lo cual nos da una nueva vida, y esa nueva vida es el Señor Jesucristo Mismo.

 

La obra de la regeneración está condicionada por la fe. La fe tiene que preceder al nuevo nacimiento. Es Dios solamente quien imparte esta nueva vida en Cristo. Esta nueva vida en Cristo provee una nueva naturaleza o disposición, por la cual ahora tenemos una relación con Dios. La secuencia espiritual en la obra de regeneración de Dios ha sido resumida muy bien por Sir Robert Anderson cuando escribió:

 

Es por la Palabra que el pecador ha nacido de nuevo para Dios. Como dicen las Escrituras: “Hemos nacido de nuevo por la Palabra de Dios” –la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre”. Y para evitar todo error, se agrega: “Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” –predicada como el apóstol ya había dicho “por el Espíritu Santo enviado del cielo”. No el Espíritu sin la Palabra, no la Palabra sin el Espíritu, sino la Palabra predicada en el poder del Espíritu. Dios nunca es arbitrario; pero Él siempre es soberano. El hombre predica; el Espíritu sopla; y los huesos secos cobran vida. Así los pecadores nacen para Dios. [Sir Robert Anderson, Redemption Truths, (Kilmarnock. GB: Ritchie, 1940), p.152].

 

 

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